Desde mi ventana observo
que todavía hay estrellas,
pasa el camión de la basura
para vaciar el container.

Desde mi ventana contemplo
como el firmamento se torna
poco a poco de negro a azul.
Pasa el camión regando las
calles, barrenderos limpiando
las aceras y papeleras.

Desde mi ventana veo
a mi vecina, encender la luz
de la cocina.
En pijama o ya vestida,
preparando el desayuno
de los niños.

Desde mi ventana miro como
los niños y adolescentes van
a los colegios e institutos.
Mujeres que van a comprar,
jubilados que van de paseo,
jugar su partida de petanca
o dominó hasta la hora
de comer.

Son las cinco de la tarde,
regresan los chavales del
cole, hora favorita de
la merienda, matrimonios
que dan su último paso
antes de la puesta del sol.

Son las ocho menos cinco
de la tarde todos los vecinos
están en sus ventanas y balcones
conversando animadamente.
A las ocho, solo se escucha
los aplausos para
enfermeras y enfermeros,
para médicos y médicas,
para personal sanitario,
para personas anónimas
que trabajan haciendo
mascarillas...

Es un día más que hemos
vencido la batalla al coronavirus,
un día menos para la victoria final.
Cuando ocurra eso,
mis versos anteriores
se harán realidad.