ENCUENTRO EN LA OSCURIDAD
Así me lo contó un amigo, tal cual lo escribo. “Yo era apenas un aficionado a la fotografía, un semi-profesional que aún no se dedicaba a capturar imágenes trasnochadas, pero aquella vez fue un pedido familiar, había chicos de por medio y no me podía negar, hice una excepción… El asunto era así: toda la gente sabía que ella y él estaban claramente distanciados, pero que de vez en cuando se las arreglaban muy bien para echarse uno sobre el otro de alguna manera clandestina, furtivamente o ante cualquier avisado que quisiera presenciar algo que no es de todos los días. Advertido de esto y con el único objetivo de tomarlos en plena flagrancia me llegué hasta esa plaza con mi cámara en mano… Desde las cuatro de la madrugada estuve sentado en uno de aquellos bancos, como si fuera un decepcionado romántico con un deseo incumplido y ávido por cargárselo a una estrella fugaz, un insomne crónico probando distintos lugares donde quedarse bien dormido, o un lunático escapado de algún psiquiátrico cercano. Sea cual fuera mi extraña presencia allí, valía la pena exponerse y esperar lo que fuera necesario… Este podría ser mi primer trabajo en esta excitante profesión de estar en el lugar justo en el momento justo, y por eso me propuse comportarme hábilmente como un verdadero paparazzi, de incógnito ahí, bien resguardado bajo aquella penumbra circundante… Esto fue hasta que por fin ella apareció primero. Sí, nuestra implicada, la que enseguida se acomodó entre las sombras de un árbol donde seguramente no era la primera vez que lo hacía. Digamos en el lugar perfecto para ella y para mí, dándome el mejor enfoque sin tener que moverme de donde estaba sentado. Desde aquí mismo podía observar como esperaba casi inmóvil, abstraída, ausente del mundo que estaba bajo sus pies… Igualmente debía estar yo en mi puesto de observación, con la cámara pronta pero sin llamar la atención a quien pudiera pasar por allí a esas altas horas de la noche… No quería que ningún intruso a mi lado desbaratara ese escenario que yo discretamente mantenía en tensa vigilia. Por suerte, la presencia del susodicho tan esperado parece haber llegado a la hora convenida, ya que apenas la sorprendió por detrás como llegado de la nada, sin más aviso que un beso en la espalda como preludio, para después comenzar a recorrer su cuerpo entero lentamente. Ceñidamente, lamiéndola, exaltándola, poniendo de relieve cada zona reservada que encontraba a su paso, mientras ella impávida, todavía, sin cosquillarse siquiera, lo dejaba hacer y hacer a su modo…Es que para ninguno de estos dos nada estaba fuera de control, un universo de impunidad los rodeaba en esa noche tan especial. Se sentían con el permiso supremo del cielo y de todos los astros juntos…Desde mi distancia, este evento nocturnal lograba llenar mis ojos de fascinación, pero yo no estaba allí para extasiarme, para apartarme de mi trabajo, solamente debía obtener la prueba irrefutable de este encuentro casi difícil de comprender y nada más, lo espectacular aparte. Entonces llegado ese momento de máxima intimación, solo esperé que ella mostrara su cara sesgada pero claramente, y en zoom hacer un clic e irme a mi casa con la satisfacción invadiéndome el pecho…A la mañana siguiente llevé estas imágenes a esos familiares que esperan muy ansiosos. Los chicos no podían creer lo que se les mostraba, se quedaron con la boca abierta. Nunca habían visto un eclipse de luna ni en foto los pobrecitos…”
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