"Tiberio, el mas triste de los hombres"
Plinio El viejo
El año veintiséis de la era común (según el calendario Juliano); Tiberius Claudius Nero, dejaría su auto exilio en la isla de Capri, para dirigirse a Roma por asuntos personales.
Atrás habían quedado los gloriosos años de juventud, cuando fuese un gran general liderando campañas memorables, como en Germania, Recia, y Panonia.
Sería este líder militar, quién legitimara la frontera norte del imperio romano, manejándose antecedentes, que durante toda su gestión, Tiberio abandonaría solamente dos veces la grandilocuente y lujosa villa Jovis, que construyese en la bahía de Nápoles. Sería en este palacio, donde buscaría refugio de las amenazas del senado, al no presentar el más mínimo interés por gobernar Roma.
De incógnito el mes de Martius, el emperador viajaría al continente con el único objetivo, de seleccionar personalmente la docena de niños y bebés, requeridos para sus interminables juergas de alcohol y envilecimiento extremo.
En todo el continente eran conocidas y comentadas aquellas degeneradas tertulias, realizadas en la piscina de Villa Jovis lideradas por Tiberio, quién nadaba desnudo junto a infantes, dando rienda suelta a sus instintos animales.
Cuentan que siete senadores, lo esperaban impacientes y malhumorados en el puerto de Roma.
_ ¡Ave Caesar bienvenido!_ Díjole con cordialidad Cayo Antistio, ayudándole a bajar de la embarcación.
_ Veo que los políticos, conocen de mis movimientos_ Respondió a regañadientes el recién llegado.
_ Mi señor, requerimos de su inmediata presencia en el senado.
_ ¿Dándome órdenes?_ Preguntó Tiberio acariciando la empuñadura de su gladius_ ¡Por Júpiter ¿Que demonios ocurre?_ Concluyó abominable.
_ Discúlpeme si lo he ofendido; pero hay un asunto que requiere soluciones rápidas. Y no creo que éste sea el lugar más adecuado para tratar tan delicadas materias.
_ ¡Habla ahora Cayo, pues no tengo tiempo!
_ En la rivera del mar Caspio, se presentó una enfermedad desconocida. Y los médicos hititas traídos de Anatolia, no han podido encontrar una cura.
_ Envía a Cornelio Celso, él sabrá que hacer.
_ El grave problema mi señor, es qué la tribu caspiana se dirige a este lugar, protestando por la pobre reacción del gobierno.
_ Dejadles que protesten.
_ Pero señor...
_ ¡Soltad la correa a los perros; lo suficiente para que ladren, pero no para que muerdan!_ Respondió colérico Tiberio subiendo a su cabalgadura_ Desde hoy al mando de Roma, quedarán mis dos prefectos pretorianos de confianza. Tratarán a Lucio Sejano y Quinto Macro con respeto y consideración imperial_ Cerró la conversación el pedófilo comenzando a cabalgar en dirección de las termas de Agripa, en donde expectante, era esperado por los traficantes de esclavos, quienes poseían una nueva camada de niños recogidos o secuestrados de las provincias adyacentes a Roma.
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