Ojalá que estas próximas Navidades nos volvamos a pelear a brazo a partido con nuestros cuñados por el independentismo catalán, por los ERES, por la Gürtel o por el Covid-19. Ojalá la tensión sea otra vez la salsa de los langostinos en Noche Buena y los insultos el relleno del pavo de fin de año. Ojalá nos dejen seguir siendo los niñitos mimados de unos crueles reyes vikingos. Ojalá podamos seguir peleando a muerte con espadas de madera. Ojalá nos dejen seguir interpretando estos inofensivos simulacros de odio. Ojalá. Porque será señal de que todo va bien, esa será la señal de que estamos todos.