Hoy desperté enterrando el ayer, sumergiendo el pasado en dos vasos de agua, en uno de ellos la felicidad. En el otro una gran corriente de tristeza y cuando este se rebalso vinieron a mí los recuerdos de una tarde húmeda cargada de amaneceres, la balanza se carga a un lado del corazón, una despedida y un viejo tren echando humos, botando hollín, silbando a la par con el ruido tortuoso del viento. Recuerdo así tu rostro de viejas películas, desmayando en el marco de esa pequeña ventana y una lagrima desparramando tu maquillaje. Sí así te recuerdo yo, una vieja historia muda, donde la realidad se substituye con pseudo imaginación, para pasar así los momentos complejos de la trama.

Usabas ese vestido, princesa añeja, envasada en blondas, una maleta que arrastraba inmensos viajes. ¿Por qué te recuerdo así?. Una minúscula despedida.

También recuerdo yo un jardín tenebroso, sí un jardín, que ha los fantasmas espantaba, un columpio, un árbol que nos servía de escondite y en otoño nos podíamos disfrazar con las hojas que caían de él.

Yo lo recuerdo todo así, pero ya en una cajón bajo kilómetros de tierra estas. De esa cara sonriente quedan solo huesos y creo que los gusanos siguen carcomiendo tus restos, a lo mejor ya eres polvo. ¿Dónde estas, donde peregrinas ahora?. Cielo o infierno. Ojalá no en el limbo. Viviste mucho tiempo en uno terrenal, deambulando por las calles abandonada a la soledad y al frío gris de las avenidas ruidosas.

Miro el vaso, lo dejo caer sutilmente, mentira violentamente. Y caigo con él hacia un obscuro abismo, quiero despertar, no puedo ir al pasado, no quiero recordar. Despertar y comenzar una nueva historia, con mil hilos de colores, con un nuevo jardín y un nuevo sol... y una nueva estación... donde despedirme, besar tu mejilla húmeda, decirte adiós y hasta pronto...