Luz de luna
clara como cristal,
alivia mis penas,
sácame de la soledad.
De la soledad terrorífica
del sueño ambulante.
Sálvame, por favor,
del descanso eterno.
Porque la muerte,
alta y blanca,
esta llena de vida,
vida que arrebata,
y yo no quiero entregar mi vida
a ella
figura oscura
diosa del limbo humano
jugadora perfecta de Dios.
No quiero ser tocado por su mano
(mano fría, mano muerta,
mano dulce, de largos huesos andantes)
a mitad de la noche.
No quiero ser besado por su boca
(boca muerta, boca florida,
boca viva, boca dicharachera)
mientras sueño con el sol.
Pobres de ellas,
almas suicidas,
que buscando dejar la vida en la muerte,
solo encontraron más vida.
Almas suicidas gozosas,
vanagloriándose en composta.
¿Y si lloro hasta desaparecer?
¿Y si me esfumo en las nubes
del alto cielo incesante?
¿Y si nazco y muero en
una flor?
¡Oh, vida, muerte, amor!
Compongo sonetos desastrosos
a la medianoche
mientras lloro la sangre
de mis perdidas, de mi dolor,
de las reminiscencias de un
dolor apagado.
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