En algunas panaderías extremeñas todavía se puede comprar el pan de ayer. El precio de la barra es menos de la mitad y los compradores de este producto suelen ser personas muy mayores. La contraseña secreta es: ¿te queda algo de ayer?
La primera vez que lo vi, no tardé ni medio segundo en juzgar el hecho como una pintoresca costumbre que hundía sus raíces en lo más profundo de toda una vida de hambre y privaciones. Me atreví incluso a sentir lástima de esos entrañables abuelos más pobres que los de los hermanos Grimm.
Después he sabido que el pan más asentado es idóneo para las migas, las torrijas, los repápalos… Y que, los que saben de pan, también lo prefieren para el consumo ordinario. Los abuelos no ahorraban, compraban lo que les gustaba y encima más barato.
Ahí pensé en montar una cadena de panaderías gourmet especializada en pan duro. Pero rápidamente he comprendido que el verdadero chollo no estaba en las panaderías, sino en los medios de comunicación. Dentro de este ciclón de información que nos asola estos días, ya no conseguimos recordar nada de lo que pasó ayer. Mi periódico será solo para aquellos que saben de noticias y también las prefieren asentadas. Empezaremos con noticias de ayer, pero después publicaremos cada vez noticias más antiguas. Unos me dicen que el periódico se podía llamar: “somos nuestra memoria” y otros que podíamos vender el periódico con un bocadillo de sardinas dentro. No sé.
Mientras tanto voy a estar atento, no quiero quedarme en blanco el día que me pregunten, y ese día seguro llegará: ¿te queda algo de ayer?