Miro los huesos
hediondos, cubiertos de telarañas
y sé que son míos
huesos de mi esqueleto,
y que estoy muerto.


Que mis ojos
no son más que fuegos fatuos,
lunas del pasado,
memorias del hombre.


Que mis manos (y pies)
son solo largos caminos
de soledad y amor
claveteados por un inicio.


Inicio: tú
Inicio: cráneo coronado en rizos
en rosas rojas
en estrellas titilantes.


Tú, inicio
de lo imparable
de este corazón;
Un inicio y fin en sí mismo.


Que las rosas
del jardín de lamentos
han de morir
bajo su peso.


Que los huevos de los elefantes
no son inventos
sino orígenes
de ti, de mí, de todos.


Y que mi ataúd
será el hogar permanente
de este cuerpo azorado.


Mi ataúd: mi corazón, tu corazón.