ALEGORÍA NOCTURNA
(Del libro "El tren de las distancias")
Bajo estrellas llameantes
en impensado encuentro
por casualidad prevista,
el oso sobre aristas de olas
el delfín delante palmeras,
con juego de garras y aletas,
merendaron timbres y gruñidos.
Lamieron experiencias,
en acuerdo azaroso
buscaron viajar las nubes
a través de sueños y vigilias
sobre cantos oscuros,
para encontrar la Osa Mayor.
En casa de espíritu poniente,
saltando y comiendo olas
en tiempo finito,
hallaron la Insigne Osa,
guardada por doncella eficaz,
en espuelas brincaba
tras golpes de leños.
A gritos y susurros
caminando la Osa llegó,
entre nubes y vapores
intentando enterarse
lo celosamente guardado,
tras profundas fauces
bajo espinosas aletas.
El oso en mesa cuadrada
posó cual vidrio en clavo
el capullo tejido en imagen,
de los sumos pontífices moro,
judío y cristiano,
juntos en silla de felpa
de la mano al futuro miraban.
El delfín al tiempo,
tras espejo redondo,
sin ausencia observada,
a la Sabia con miel deletreaba
a la guardiana plasmaría entre sillones,
lo nadado por el oso.
Oso y delfín en unión
al verbo de la iglesia,
la máquina y la naturaleza,
en nuboso reflejo de cirios,
usando el filo de la huincha
entre mesas y escritorios,
a la Mayor lamerían.
La purísima saltando
entre puertas y ventanas,
al peluche, al lampiño
ofrecía sus pies y manos,
para juntos bordar
la alfombra acolchada,
de la insigne patrona.
La Célibe Galaxia caminando
entre nubes y cojines,
en promesa de ojos y labios
entre flores y alfajores,
a los visitantes mamíferos
tras espejo y en vestíbulo,
su doncella le otorgó.
II
Oso y delfín ya uno,
despertaron a los sopores milenarios;
entre vapores, en comunión a su niño
vieron su rostro sin cara,
con voces sin palabras
ante muro transparente
nuevo coloquio tuvieron.
Sin prisa y paso lento,
fueron árbol, planta, semilla
y ofrecieron sus hojas y ramas,
también su nuez,
sin impurezas ni cáscara
de cosecha estelar,
juntos volaron.
Ella se posó como nube
en sus troncos y hojas
y bebiendo sus castañas
les dijo mil veces,
suyas, muchas semillas
la de ellos, que ya eran uno,
sería otra entre las demás.
A la Osa relataron,
sus veredas de hielo y ripio,
sus comidas de poca miel,
como fortalecieron
sus cuerpos, sus espíritus
para entregar sus ramas
y posar sus leños.
Caminaron con la Hermética,
mientras comía sin cáscara
les entregaba sin palabras,
su niño, su doncella, sus manos.
Al tiempo sin orejas escucharon
que nogales y abetos se encumbrarían
por espacios siderales
teniendo Galaxias por cimas.
Grandes han bailado
mi inmácula doncella,
otros han paseado mi niño,
pocas danzas de rondas.
Todos quieren la fruta
pulida y jugosa
entre mesas y sillas,
si quieren la cresta de mi sol,
junten todas las manadas,
cojan y esparzan sus piñones
en bosques, desiertos y jardines
y aunque laman estiércol,
mi Sombra y Luz
cubrirán sus confesiones.
Los enfrentó en sueños volátiles
a las veredas y nubes del tiempo,
montando dragones indóciles,
vieron hombres y ancianos,
unos tejiendo retamas,
otros pintando bóvedas celestes.
Volvieron en obedientes pegasos.
Viajaron con Ella y sirvientes
de las manos sin dedos,
en naves de luces y colores,
por veredas de rieles y clavos,
sembrando sus moscadas
por espacios siderales,
como hielo se sintieron.
Como navegantes observaron,
pastores sentados en capillas,
apreciándose los únicos castores
y con desprecio a otras presas,
también como la manada
cuales lobos los modelaban
opinando de todo el Universo.
Dijo la grande Osa:
¡Rocen sus nueces como Delfines,
no se muden en osos llorones,
junten toda la parvada,
acaricien al niño
y en ronda con la doncella,
sin adoquines vuelen con la paloma!.
Delante del agua reflectora
en ruidosa promesa piaron,
las cosechas de frutas y verduras
a los hijos repartirían como hermanos,
aún transitando el hambre, la sed,
sólo con Luz Protectora,
serían abejas de panal,
también las mieses,
de la Impenetrable Galaxia,
de nebulosas estelares,
serían sublime mandato.
Como sus ojos sin uñas ven
y sus manos sin oídos tocan,
su cuerpo pendular colectará.
III
En el ribete del sol,
entre palmas y bostezos,
se deslizó la Osa Mayor
sobre sinusoidal cometa
entrando en prisma de cristal,
ofreciendo su composición
ante invocaciones del oso-delfín,
El, respirando la corriente,
mirando los contornos,
ofreció con plegaria sentida,
empollar en transparente rocío
su miel, su aliento, su amor,
lloviendo los mudos sermones
en áridos y fecundos corazones.
Cruzando ancha grieta
con centelleantes dentelladas,
de boina y mimetizándose
una orca quiso acariciarlo.
Variando del frío al calor
con campana de alta frecuencia
la dejó como leño ceniciento.
Mientras reflexionaba el río,
una emplumada cacatúa
cotorreó que osos polares
por alianza con la camuflada
guardados y seguros estaban
y que nadara los vientos calmos.
Los osos ya refrendaron la defensa.
Digiriendo el desconocido timbre,
guardándolo entre lóbulos,
saltando y corriendo el llano,
adentróse en puerto vestido
por sendero de húmeda tierra
asiendo aire, agua y pensamientos,
se extasió con el firmamento.
Tierra adentro por venas de compota
en susurro de versos de caña dulce,
se posó en plaza de flores y cojines.
Zumbando la búsqueda de alto guía
dialogó con mutantes bramidos
con magisterial elefante,
se encarriló por senda de escuela rural.
Al patio escolar por conductos de luz,
braceando observó jardines, alamedas,
cachorros jugando trompos y volantines
preparándose a competencias,
vestidos con colores de ocasión,
unos corriendo, otros en bicicleta,
juntos a gacela conductora
que al filo de la ronda
entraría en charla amena.
Embelezado en los juegos y contornos,
rayos de luz le mostraron
mesa de cemento,
sin vidrio y con dama en expansión,
explosionando candados
frente a él quedaba.
La dama con saltos de pies y manos,
golpeó sin daño al delfín,
en ella vio su nuez transmutada
sin cáscara y semilla desnuda
y si pronto no la arropaba,
debería posar sus ramas
en mesa de concreto armado.
Haciendo envoltorios adecuados,
con paciencia en iniciante carrera,
que permitieran lamer al oso y a él
su semilla y con ello entregar
el profundo y velado mensaje
de la Célibe Osa Mayor,
con su niño doncella y filtros,
a la vigilia nuevamente llegaron.
Lionel Henríquez Barrientos. 25 de Abril de 1990 |