Marzo 2019-
“Ley del regocijo:
Alégrate de los triunfos y de los logros de todos los demás. Aleja de ti la envidia y desea lo mejor para todos para atraer aún mucho más.
Cuando veas que alguien triunfa afirma: me alegra mucho tu éxito porque me recuerda mi propia grandeza”
Sentada en el inodoro mientras miraba el celular, le saltaban a los ojos los cartelitos llenos de buenas intenciones del Facebook.
Hubiera deseado tener una bañera para llenarla con espuma y poder relajarse con una copa de vino como en las películas, pero el baño era chiquito y nunca había sobrado plata para darse el gustito de instalar una.
Mientras esperaba que el agua de la ducha tome una temperatura que se acerque a caliente, y no salte de helado a tibio, y de tibio a cero agua, leía los mensajes del grupo de secundario.
- “Ay como me alegra Marcela que puedas pasear por esos lugares soñados”!!
- “Disfrutá, divina”
- “Diosa!! Te queda genial el sombrero”.
- ¿La única que revienta de bronca soy yo? Pensaba. ¿Queda mal si no le pongo nada?
Yo le mando fruta.
La fruta: “Marcela, amo que pongas fotos de todos tus paseos, ¡¡¡es como estar con vos!!!”
Minga. Yo quiero estar en Paris, en Roma, no quiero ver tus fotos, desgraciada.
Encima estas en el Palais Royale de la no se cuánto, de ocho estrellas por lo menos, y a ver cuanto sale una habitación…un sueldo y medio mío. Y esta ducha que no calienta.
“Ley del regocijo…ley del regocijo…alégrate de los triunfos…”
Será porque no la aplico, capaz que si realmente me alegrara por ella, atraería aunque sea una bañera. Encima la desgraciada pone el hotel, como para refregar bien en la cara de todos que no sólo esta en Europa, desde hace dos meses, sino que se aloja en los mejores lugares, nada de tour de cuatro capitales de veinte días, con birome incluida para dibujarse la raya.
El grupo de WhatsApp “Las mejores del Santa Clara” rebosa de elogios para la platuda de Marcela.
“De nada sirvieron las monjas” canta Serrat. Mi envidia, enojo, celos, como se llame, sigue flameando alta en el mástil. No logro bajarla.
Te dejo de seguir en face y listo, no veo mas tus fotos, tus hoteles, tu pelo rubio y tus piernas interminables. El grupo de “Las mejores…” se la pasa subiendo cartelitos sobre religión, humildad, el prójimo…tampoco las aguanto mucho. Listo, silenciado por un año.
Paz para mi pobre mente burguesa, que no logra alinearse con la onda actual de las buenas intenciones y la negación absoluta de las emociones humanas.
Es humana la envidia, no digo que sea un buen sentimiento, pero es humano. ¿Es necesario mostrar que tenés tanto? ¿Cuál es tu carencia que necesitás que yo vea que te sobra lo que yo ni sueño con tener?
Otro cartelito dice:
“Las personas débiles se vengan. Las fuertes perdonan. Las personas inteligentes ignoran”
Yo soy inteligente.
Me rindo con esta ducha, va a ser un baño veloz y frio.
Marzo 2020
Coronavirus. El grupo de “Las mejores del Santa Clara”, de nuevo activo. Cartelitos de buenas intenciones, y mucha información sobre cuidados y confección de barbijos. Parece que todo empezó con un murciélago, o que se les escapó un virus que estaban creando para dominar el mundo, como Pinky y Cerebro. No puedo hacer chistes con esto, es un tema serio.
Aparece Marcela, con su bagaje de buenas ondas fácilmente aplicable cuando tenés la panza llena.
No puedo evitar la pregunta, sale como un cohete disparado a la estratósfera, como un tren bala sin estaciones:
- ¡Marce! ¿Adónde te agarró la cuarentena?
-En Buenos Aires!
Tomá, justicia poética.
Carita feliz.
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