Llamadme loco, pero para mí un auténtico patriota no se mide por lo grande que la tenga, la bandera, se entiende, ni por lo alto que levante el mentón cuando suena el himno; para mí un verdadero patriota se mide por lo largo de sus siestas. Y yo soy español y muy español y mucho español.
Bueno, pues me levanto hoy de mi siesta patriota de tres horas y cuarto, estos días todos tenemos que aportar nuestro granito de arena, y en lugar de levantarme satisfecho por cumplir con mi deber, esta tarde me he despertado algo confuso. Una duda no paraba de martillearme la cabeza: ¿Donald Trump ha dicho que estar encerrado en casa es otra forma de estar muerto? Y si de verdad lo ha dicho, ¿cómo me he enterado de la noticia?, ¿por la tele?, ¿por un whatsapp?, ¿me lo ha contado mi padre?, ¿lo habré visto en internet?
He buscado por todos los telediarios, he puesto internet patas arriba, he llamado a mis familiares y amigos. Nada. Nadie sabe nada del asunto. ¿Será que yo también me estoy convirtiendo en un inconsciente fabricante de fakenews?, ¿ahora me dedico yo a poner en boca de Trump unos versos que parecen de la etapa más oscura de Ángel González?, ¿me habré pasado de patriota con la siesta? O peor aún, y ahí un escalofrío ha recorrido mi espalda, ¿lo habré soñado?, ¿habré sido capaz de soñar con ese tipo?
No, por favor. Yo no quiero soñar con Donald Trump. Yo quiero soñar, por ejemplo, con pasar toda una mañana en la sierra plantando encinas o con una mujer hermosa tomando el sol desnuda en el patio trasero de su casa.