Lo que le sucedía no dejaba de causarle risa.
Digitó un número en su teléfono y ahí estaba nuevamente aquella mujer respondiendo al llamado.
No había caso, por más que marcara números diferentes siempre llegaba a ella.
Podía haber varias razones para ello.
Una es que no marcara números diferentes sino que siempre el mismo. Ello por equivocación, por evocación o por una necesidad que se valía del olvido.
Podría ser también que sus dedos se hubieran negado a aceptar lo que su mente le indicaba y de esa manera se instalaban siempre sobre los mismos números.
Podía ocurrir que hubiera un error en las líneas telefónicas de tal forma que su teléfono se encontraba incomunicado para el mundo, pero no para ella y marcara lo que marcara siempre llegaba a ella, como un numero universal de emergencia.
Podía ser una suerte un derivado de la ley de Murphy que siempre nos contesta alguien cuando equivocamos el número.
Pero mucho más radical, de tal forma que él a quien decimos hombre, que asumía y presumía tal vez que llamaba como un ser real, fuera uno irreal, que se conectara con la mujer que podía ser un ente cualquier y también irreal, en un fenómeno que se repetía millones de veces y que siempre tenía la particularidad de partir con un “hola”

Marco un número y ahí estaba ella
- Hace tiempo que no llamabas dijo la mujer
- Si hace unos minutos
- Podrías hacerlo más a menudo
- Pero es que no puedo discar más rápido luego de colgar. La tecnología no permite llamadas instantáneas.
- Bueno debo colgar, pero me llamas
- Si claro lo haré luego- agregó feliz el llamado hombre.
- Son cortas tus llamadas- se quejó la mujer irreal.
- Obvio es el promedio, no podemos ir más allá que ello, entiendes
Si por supuesto lo importante es estar comunicados, concluyó la mujer.