...el científico de 25 años de edad muy agotado ya a esa hora de la madrugada
en el laboratorio, solo respiraba con cierto desgano, estaba cansado luego de tantos meses de buscar una cura al Coronavid 19...estaba a punto de tirar la toalla. Pensaba en todas las cosas que se decían: que era artificial, que era una respuesta de la naturaleza en contra del ser humano...echó su cabeza hacia atrás, sus colegas, algunos tumbados en el suelo durmiendo, otros tomando café , otros sumergidos en sus ordenadores, él, inclinándose, les miró , rascó su mentón, volvió a echar la cabeza hacia atrás...de pronto pensó que un virus es caca de una célula, entró en YouTube a un vídeo explicativo a ese respecto, colocó sus auriculares y prestó atención...de un de pronto paró la reproducción, se quitó los auriculares de un tirón, volvió a colocarse los fonos, esta vez se fue a un vídeo del tratamiento de las aguas servidas...paró el vídeo a la mitad, esta vez quitó despacio los auriculares, miró en rededor y se levantó de su silla, caminó lento a la máquina del café, a cada paso que daba , su mente iba trabajando a un ritmo vertiginoso, cuando regresó frente a su ordenador, ya tenía media cura.
Demoró dos meses en inventar un sistema de limpieza de desechos de células en el organismo humano, creó una enzima capaz de tratar la caca de las células. Era una vacuna oral, la gragea contenía una numenclatura de químicos muy similar con los que se trata el agua servida y posterior decantación que no afectaba al ser humano pues se desechaba al defecar.
... de esa pandemia han pasado 50 años y un señor de 75 años de edad, sentado al lado de su esposa de igual edad, la observa dormir, da un sorbo a su té de hierbas y mira como se mecen los árboles con ese viento que hace danzar el follaje ...mira a otro costado y está su fiel perro también durmiendo, inclina su cabeza hacia atrás. se siente más vivo que nunca y aprovecha para dormir.
Mientras tanto dentro de la casa de campo, están sus nietos mirando el premio Nobel de medicina de su abuelo.