En el orfanato no enseñan a comportarse en público, ni cómo debes vestir o usar los cubiertos, ellos procuran alimento y algún trapo para cubrir la desnudez, también dicen que cuando salgas debes ser fuerte porque enfrentarás al mundo solo. Fortalecido sólo con el carácter que te dieron maltratos y violaciones. Por eso, cuando Dralina cumplió los 18, no fue fácil vivir diferente entre iguales de ropa y maquillaje, porque el mundo sepa usted no puede vivir sin esconder la cara, ni morir sin que alguien te vuelva a untar de sustancias extrañas para cubrir el horror que sufres al asfixiarte, y nadie, absolutamente nadie puede ayudar. Aprendió a vivir callada porque cuando hablaba algo decía mal, es que no sabía medir ni simular decir otra cosa cuando en realidad solo quería expresar la verdad, así que procuró no hablar de manera alguna. Nada, nunca.
En el pueblo que creció todos murieron, un virus decían, aunque llegaban almas despavoridas por el miedo de vez en cuando. Decidió regresar donde decía un documento otorgado por el orfanato que era su casa… pero igual, no había mucha diferencia entre un parque y otro, ella se seguía sintiendo abandonada y cuando le pasaba eso, siempre que algo la reprimía o separaba del resto, ella cerraba los ojos y se sentía pájaro, así también dejaba de escuchar cualquier tipo de voz que la dañase, para internarse a donde vive el viento.
Se le venían imágenes extrañas de ese lugar. Unos mimos tratando de decir lo que nadie entendía y ella tocaba su lengua preguntándose quién podría saber sobre el silencio. Después… jugaba con ancianos y niños a quien salvar o ser salvado, pero estuvo vacía, vaciada por algún motivo que desconocía y rió escandalosamente en el último intento de ser feliz.
No supo cómo ni cuándo dejó de importar el ruido de las cosas. La matemática perfecta en la música. La belleza del mundo. Las palabras amables, la idea equivocada o el acierto. Ser uno u otro daba lo mismo. Juega en el cabello y sus enredos, las telas de colores y el refajo ¡Le gusta tanto el mundo! ¡Es tan bonito! Pero todos se han ido.
Los árboles dejan caer las hojas, quizás confusos se creyeron invierno, o enfermaron del mismo virus que está matando a los demás. ¿Dónde es que irían las risas de los niños? ¿Vendería el anciano sus manzanas acarameladas? ¿Qué tanto duro el beso en los amantes? ¿Han podido hacer viajes interestelares? ¿Acaso están en Marte?
Allá la calle principal tendida al frente. una mujer al fondo y la línea punteada semejante al palpitar de una ciudad que pierde el ritmo y se detiene en la esquina para morir. Le grita, pero recuerda que olvidó emitir sonidos. La ciudad se ha parado ¿Es acaso una guerra? ¿Quién silencio el bullicio? ¨ ¡No sufras! Sé fría y maldita ¡Salvaje y despiadada! Igual nos vamos a morir como murieron ellos siendo generosos o viles manipuladores. Recuerda… esto se trata de allá fuera . Mera sobrevivencia’’
Cae la mujer a lo lejos. Dralina levanta los brazos y enreda los dedos en la falda. Una, dos vueltas ¡Que hermosos sus colores! Tres, cuatro vuelta y mira los árboles ¡Las aves! Sonríe y baila ¡Corre! ¡No te detengas! Hora de comer.
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