Debemos entender que no somos dueños de nada aquí en la tierra, como dice el refrán: “Como nada trajimos, nada nos llevamos”. Solo somos simples administradores de lo mucho o poco que Dios permite que llegue a nuestras manos. Tratemos de ser excelentes administradores de lo mucho o poco que creemos poseer.
Que quede bien claro que no somos dueños de absolutamente nada, ni de la casa que creemos que compramos o construimos, ni del automóvil que conducimos o montamos, ni de la ropa que nos ponemos o acumulamos, ni aun del cabello que cubre nuestra cabeza, mi pelo no es el mismo de hace un mes atrás, por si solo se renueva aunque yo no lo sienta, si lo corto vuelve a crecer, si lo tiño al poco tiempo retoma su color, está en mi cuerpo pero tiene autonomía propia, no somos dueños de nada.
Que nos hace pensar que somos dueños de algo, un ejemplo importante: Pedro un jugador de lotería que se sacó el premio gordo, mucho millones de dólares contenía ese gran premio, la fuerte emoción le produjo la muerte y no gastó un centavo a pesar que tenía muchos planes. Se había propuesto no darle nada a ningunos de sus hijos, porque estaba disgustado con cada uno de ellos, a pesar de eso ellos ¿quién disfrutó los millones?
Eso me recuerda una enseñanza que nos dejó Jesús:
“También les refirió una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había producido mucho. Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos? Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios”. Lucas 12:16-21
A simple vista este hombre rico era muy sabio, y humanamente hablado estaba pensando de la forma correcta, pero delante de Dios no era así.
Para finalizar es bueno aclarar que según la biblia nosotros somos un ser compuesto de: espíritu, alma y cuerpo (véase 1 Tes 5:23). En base a esta realidad no somos dueños ni de nosotros mismo, porque el cuerpo fue hecho del polvo de la tierra y al polvo volverá, el espíritu lo sopló Dios y vuelve a EL cuándo partimos de aquí. Y el alma (que es nuestro verdadero yo) tampoco es nuestro, veamos:
He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía; el alma que pecare, esa morirá. Ezequiel 18:4
Pongamos los pies sobre la tierra y no nos creamos que somos dueños del mundo, de lo único que somos dueños es de nuestras acciones, tanto buenas como malas, y esas son la que nos van a definir delante del creador. Dios les bendiga a todos
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