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Quedó suspendido en el aire como una mariposa luchando contra el viento. Ese cruce de miradas que no lo fue tanto. Porque fueron sus ojos los que miraron. Los otros, los verdes, volaban. Miraban sin mirar. Sin escuchar ni una de las letras que salieron de su boca. De su cara. De ese cuerpo que ahora amaban otras manos. Y dolió tanto como un nacimiento. Una cabeza llorando en sangre y un cordón que debía ser cortado. Pero no de él, porque nunca hubo más que un beso. Justificó así el dolor de su indiferencia cuando un hola quedo suspendido en el aire como una mariposa. Y nadie de entre todas las personas del mundo se hizo cargo de su mensaje. Y fue todo a peor porque se detuvo el tiempo. En pausa los segundos, la vida y ese instante. Cuando se abrió una puerta. La que no debía abrirse nunca. Su rostro se contrajo en cada musculo. La mirada vacía. Fija en el abismo. Y renació un olor a perfume mezclado con su piel. El tacto de su mano acariciando su espalda. El sabor de su boca en la lengua. Su perro. Un recuerdo olvidado que la paraliza. Asi es como nace la primer lagrima. Con la imagen de sus labios rotos de tanto besar. Apreta los puños. Siente cada quebradura soldada de sus dedos. Le laten como un segundo corazón. Y tiemblan. Como cuando pelea. Ese enojo que la libera. Que la hace poderosa. Pero ahí va. El. Sin mirarla. Dejándola con la palabra en la boca. Decepcionada. Triste. Irreconocible. Acariciando su panza de embarazada. De un bebe que es lo mas importante de su vida. Pero de un padre que no lo es tanto. Sin saber. Sin entender que hay otro recuerdo. Que esta luchando. En su cabeza. La de él. Por hacerse notar entre un pensamiento que lo preocupa. Y lo consigue cuando en ráfaga aparecen fotos de ella, semi desnuda en la cama y besandole su sonrisa. Ahora es su mundo el que queda en suspenso. Con los pulmones bloqueados. Su cuerpo intentando respirar. Buscando desesperadamente el oxigeno que le devuelva la vida que le quitaron sus ojos. Una gota de aire lo hace reaccionar. El cerebro. La mente. Todo lo que es él la quiere. Por eso detiene sus pasos. Cuando creía ella que el dolor del rechazo ya no podía ser mas angustiante. El se gira. Observa sus parpados cerrados. Húmedos. Y sonríe. Hola, extraña. |
Texto agregado el 01-04-2020, y leído por 105 visitantes. (3 votos)
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