Jirones de melancolía,
único vestigio que va quedando
de las noches
que preferí olvidar.

Mi mirada se quedó
fija e inmóvil,
al saber de intenciones,
que se quedaron en sueños
hasta ser desechadas.
Abandono que no tocó
la espera por tus palabras,
la señal que me indicara
que existía para ti.

Preguntaba al viento por tu voz,
y mi inquietud
no tuvo eco.
Debía conformarme,
con vestigios de tu aroma.

Y no estuviste.
Aun cuando el hambre por tu piel
transformaba la mía,
cubriéndola de llagas.
En mi inconsciente
se repetía tu nombre en letanía
martillando mi mente,
creyendo era el modo
de deshacer el maleficio.
No hubo resultados aparentes.

Daba pasos de ciego,
al no poder ver.
Perseguía una respuesta,
que nadie me podía dar.
Aferrado a espejismos y sentimientos
que nunca fueron para mi.
La soledad una vez más
me ha engañado.

Tampoco me mostró el camino
para huir de los fantasmas.