Acorralado, en medio de una multitud tan o mas acorralada que él se debate entre existir o ver pasar la vida por la ventana. La amenaza lo rodea, ya nada es seguro afuera, y todos representan una potencial amenaza para su integridad, para su vida misma. Recluido en su virtual prisión no tiene mas alternativas que luchar contra sus fantasmas. Sus miedos infantiles lo invitan a revivir momentos aterradores de cuando el mundo le resultaba incomprensible. No es que ahora lo comprenda, pero en esos tiempos estaban sus padres o sus abuelos que lo entendían por él y que con solo un abrazo contenedor y algunas palabras mágicas conseguían que esos cuidados fueran suficiente para dejar de temer, al menos hasta que los fantasmas volvieran por él y la contención se repitiera en un ciclo infinito.
Hoy como ayer el fantasma sigue siendo invisible, pero el adulto es él, el infinito no fue tal, es él el quien tiene que abrazar e inventar las palabras mágicas para su descendencia. Como encontrar esas palabras para llevar alivio es hoy su desafío, palabras que además de atenuar los miedos deben incluir los abrazos que están vedados, mantener la distancia es lo prudente en estos tiempos.
R.C. 26/3/2020