Relato de actualidad
Caricias, susurros y circunstancias
Me gusta sentir el roce de sus manos en mi frente, tras las orejas, por ambas sienes y en el cuello.
También me gusta sentir su aliento tibio en los momentos que me susurra a centímetros del oído y cuando me habla su voz me subyuga, me enerva, me enloquece…
Entrecierro los ojos, me siento navegando en un mar de ensueño y aventurero en un mundo desconocido y remoto, envuelto en aromas, a veces habituales y otras exóticos.
Son años que me viene regalando estos momentos sublimes sin importar que hayamos cambiado de domicilio muchas veces.
Sus caricias siguen siendo las mismas, solícitas y suaves, su voz que arrulla mantiene la misma cadencia y el mismo timbre y todo ello sin importar si es invierno mañanero o tarde de verano.
Es única y especial, espero nunca tener que dejarla y mucho menos quiero que ella, algún día se canse de mí.
Hoy por la tarde la veré, seré puntual a las cuatro y treinta y no importa que por el alza del costo de la vida haya subido su tarifa, con gusto y satisfecho pago aunque me cueste, puesto que no hay compañía, caricias y susurros como los de ella: mujer madura, bella, esbelta, deseable, tentadora, locuaz y muy dulce…
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Me recibió con un saludo frío y una mirada perdida en distancia, el abrazo acostumbrado y el guiño de sus ojos estuvieron ausentes, luego me indicó el lugar de siempre, el que a mí me gusta, mientras me hablaba del clima, tema del que nunca conversamos, para rápidamente en forma distinta y distante se dispuso a brindarme su atención y su servicio.
Con el tiempo y con los años he aprendido a quererla… casi con locura, espero y quiero que hasta el último corte del camino siga siendo mi fiel amiga, mi leal confidente y mi sueño inconcluso.
Aunque hoy no sentí sus suaves caricias acostumbradas, tampoco vi su rostro sonriendo, porque en ningún momento mi linda peluquera ni se sacó los guantes ni se quitó la mascarilla , dado que por lo que me dijo: el diecinueve invisible y solapado, andaba rondando y...
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