El llanto de un bebé rompe el profundo silencio de la madrugada.
Pensamientos apocalípticos me erizan la piel.
Pienso en el susurro de la muerte, surcando el viento, colandose por las ventanas, anunciando su llegada.

El bebé llora por su efímera vida.
Nació y murió a la vez.
Un virus que se dispara en el aire
y le roba la oportunidad.
No le da tiempo a nada.
***
El amor es el más perjudicado.
¡Pobres de los amorosos
que no se abrazan ni se besan!
¡Pobres de los que se añoran a distancia!
De los que suspiran queriendo olvidar a un amor recién nacido
que se les muere en brazos.

Nació y murió a la vez.

Así lo quiere el rey.

***
¡Pobres de los que odian!
Porque nunca los han amado,
Proliferan el llanto del neonato más odiado y también se mueren con él.
La diferencia es que nunca sintieron que el amor se les desvaneciera en caurentena.
¡Pobres! no supieron irse llenos.
El odio los vació, antes que el mismo virus les coronara la ilusión.
¡salve al rey!
Que hace más dramática la espera, de días y noches gemelas.