Silencio,
Han tocado todas las señales de alarma,
amaneció, del día vino rápida la noche,
pero de la noche ya no vino más el día.
Ahora el sol ya no es más suficiente
para esta macabra letanía que nos acecha.
Silencio,
Cuando el ocaso se viste de número
y las cifras no paran de subir y de bajar,
nos confinamos en nuestra propia angustia
sin siquiera saber más como celebrar la vida,
paranoia colectiva que nos quita los sueños.
Silencio,
Hemos reinventado la propia muerte
y le llevamos ya mucha ventaja a la parca,
un orgulloso Caronte, barquero infernal
lleva nuestras últimas esperanzas al otro lado
y ya no hay vuelta atrás, solo un fatal destino.
Silencio,
Abrimos nuestra propia caja de Pandora,
un mezquino deseo por un lucro asesino,
nefasto regalo llegado del lejano oriente,
estrella guía para una profecía apocalíptica
que vaticina la tragedia, nuestro propio fin.
Silencio,
No hemos de derramar más lágrimas,
no ha de haber gritos, resignación,
este nuestro mundo ha muerto inocente,
víctima inevitable de una muerte anunciada,
un responso por lo que aquí quedamos.
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