Once de marzo de 1968 es el memorable día donde con decisión cruce las puertas de la Escuela Nacional De Comercio Anexo Bachillerato de Pilar, edificio antiguo, pero en su puerta nos recibió la dulce sonrisa de Marta, la portera una mujer que siempre fue un ser con brillo propio, en cinco años de estudio siempre derramo su ternura entre el plantel de alumnos.
Es una escuela joven dado que tiene solo hasta tercer año, un segundo año y comenzamos tres primeros años.
Han pasado 52 del comienzo de está nueva etapa, en esas aulas convivíamos los hijos del verdulero, con la hija del doctor, entre nosotros no había diferencias , eramos todos iguales.
Quiero hacer un homenaje a esos profesores que se ganaron nuestro cariño, sacaron lo mejor y lo peor de nosotros , pero nos educaron, fueron los causantes de más de una carcajada sincera.
Aulas que cobijaron nuestra adolescencia, travesuras sanas, semillero de está bella amistad que nos une sin papeles, ni firmas, nos une el compañerismo, la sinceridad, la franqueza, el disfrutar del encuentro esporádico, somos y seremos compañeras de la vida.
Los años han pasado, hoy somos abuelas, hemos vivido vidas muy distintas, pero cuando estamos juntas seguimos siendo nosotras mismas.
La esencia sigue intacta a pesar de los contratiempos.
CAL.COR |