Quería hacer una broma, una grata chanza,
pero tengo miedo, ese ancestral temor
de no estar a la altura, no dar la talla
ante tanta insanidad, tanta insensatez,
que incluso mi histrión se siente inferior.
Quería hacer una parodia, una grata burla,
pero me frena el recelo de la incomprensión,
cuando la realidad y la ficción se hermanan
en una absurda mímesis incontrolada y febril
que invierte los valores al uso y sale vencedora.
Quería hacer una sátira, un grato sarcasmo,
pero me hiela la sangre la vigente moral
que dogmatiza la sinrazón en jocosa proclama
y hace de su lucha un mar de odio
que hoy como ayer, vencen, pero no convencen.
Quería tan solo hacer un breve comentario,
pero tengo pavor al alcance de mis palabras,
tiempo de forjado silencio en virtual red,
nuevas vestes para una vetusta censura
que convierte la voz en lapidario discurso.
Quería quedarme callado, absorto, como mudo,
Pero dicen que hay en el mutismo una velada ideología,
un moderno maquiavelismo que también nos condena
y persigue a quien, desalentado, se abstrae, ensimismado,
que reserva su mejor mímesis para mejores tiempos.
Solo quería hacer una broma...
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