Una noche de verano en la Ciudad de Buenos Aires, esas jornadas que ni de noche baja la temperatura. La térmica se elevaba a más de treinta. No parecía eso ser un motivo de preocupación para el basquetbolista Carlos Matías Sandes, jugador de Boca Juniors. Disfrutaba de aquella noche con un intenso aire acondicionado, acostado en una enorme cama donde cabía su cuerpo de más de dos metros de altura y sus pies talle cincuenta y tres. Acostado, Carlos disfrutaba comiéndose una enorme horma de Queso Emmenthal. Con un machete, el mismo que usaba cuando asesinaba a alguna mujer, cortaba el Queso, y se metía los dados del Queso en su boca, comiéndose aquel manjar. Lo hacía con guantes negros, totalmente desnudo, con un gran calzón negro, y los citados guantes, como únicas prendas.
- Qué ganas de agarrar el machete, el Queso, y salir a asesinar – pensó Carlos Matías Sandes, mientras recordaba los rostros de sus víctimas antes de ser asesinadas – Ja, ja – reía Carlos – gozo, terror y placer, todo junto, eso es lo que sienten las minas antes de ser asesinadas, recuerdo especialmente el rostro de Eva De Dominici, de Mora Godoy, de Tini Stoessel, me gustaría asesinar a una minita así, flaquita, del estilo Stoessel, que disfrute de mis Quesos antes de recibir el Queso, ja, ja.
Mientras comía el Queso, y tenía estos pensamientos, Carlos Sandes, estaba viendo la TV y en ese momento en un canal estaban pasando la película de Erreway, “Cinco Caminos”, una obra maestra de 2005 de la cinematografía nacional. En otra canal, el siempre repetido programa hasta el cansancio “Casados con Hijos”, y en ambos trabajaba Luisana Lopilato. Carlos observó a esta actriz, todavía bastante juvenil en aquellos años, y el basquetbolista no pudo evitar masturbarse mientras veía aquella película y aquellos programas.
- Ahora esta crecidita – pensó Carlos – tiene apenas tres años menos que yo. Merece un Queso. Esta casada con ese cantor, Michel Bublé, je, je, que lindo sería tirarle un Queso.
Y como un mantra Carlos Matías Sandes empezó a repetir “Queso, Queso, Queso, Queso, Queso” así sin parar, mientras con el machete, seguía cortando el Queso y comiéndose los cubos.
Carlos agarró el celular y le mandó un mensaje de audio a Lady Dumitrescu, en Londres:
- Ayudame Oana, ayúdame Oana, quiero asesinar a Luisana Lopilato. Necesito su ayuda.
- Te ayudaré Carlos – le dijo Oana Dumitrescu – pero ahora mostrame los pies, quiero ver esos Quesos.
Carlos le mando fotos y un video de los pies.
- ¡Qué bien huelen! – dijo Dumitrescu.
- ¡Si no los oles, Oana!
- Yo los huelo, aunque vos estes en Buenos Aires, y yo en Londres.
Un par de días despues, grande fue la sorpresa del cantor canadiense Michael Bublé cuando recibió, por correo, con una carta, como si estuviésemos en el año 1900, una invitación de la Fundación Dumitrescu para participar de un recital a beneficio de la Corona Británica, bajo el lema “the Crown needs you, help her, the Queen thanks you and blesses you” (la corona te necesita, ayudala, la reina te lo agradece y te bendice”).
El cantor no dudo en asistir a aquella convocatoria… a Luisana Lopilato no le gustó nada, la pareja acababa de llegar a Buenos Aires, para pasar una temporada en el Country “Canadá”, a 100 kilometros de la Capital.
- Llegamos ayer y ya te vas – le dijo Luisana a Bublé – Nos íbamos a quedar un mes.
- This is how your majesty, the Queen of England, wants it, it's also three or four days, then I'll be back, to be with you, my dear (así lo quiere su majestad, la reina de Inglaterra, además son tres o cuatro días, despues vuelvo, para estar contigo, mi querida).
- Anda a cagar – le dijo Lopilato, total el canadiense nada entendía en castellano – Dale, tómatelas.
Y así fue como Bublé dejó a Lopilato sola en el Country Canadá, bueno sola no, quedaban sus dos fieles criadas, la veinteañeras Petronila, de nacionalidad paraguaya, y Zulema, de nacionalidad uruguaya, ambas muy apetecibles por cierto.
- Mejor que se haya ido el cantor, señora – le dijo Petronila a Lopilato - ¿No vio al vecino nuevo? El que esta en la casa de al lado, un tipo alto, patón, dicen que juega al básquet, esta muy lindo, es como un Queso, esta para comérselo.
- ¿El vecino nuevo? – preguntó Lopilato – No lo ví.
Justo en ese momento tocaron la puerta.,..
- Debe ser el – dijo Petronila - el vecino nuevo – y abrió la puerta.
El vecino nuevo apareció ahí en la puerta, y Lopilato quedó totalmente impresionada, vio a un hombre joven, alto, patón, muy alto, muy patón, con toda la pinta de ser un basquetbolista, dos metros de altura (2,02 para ser exactos) y unos pies gigantescos, unos pies talle 52/53, los pies despedían un fuerte olor a Queso, apestante, Lopilato casi no lo pudo aguantar. El vecino entró además con una gran bandeja, donde no tenía uno, sino tres grandes Quesos Gruyere. Puso los Quesos sobre la mesa.
- ¿Y esos Quesos?
- Un obsequio de este humilde servidor.
- ¿Es usted el vecino nuevo? – preguntó Lopilato.
- Más o menos, en realidad, solo estoy de paso, mi amigo Gabriel Deck es el dueño de la casa, me pidió que se la cuide un par de días, por eso estoy aca.
- Soy Luisana Lopilato.
- Y yo Carlos Matías Sandes.
- Tenes pinta de jugar al básquet.
- Juego en Boca Juniors, de la Liga Nacional de Basquet.
- ¿Qué es lo que se le ofrece?
- No tengo señal en la casa de Deck, y por eso quería ver sí aca había WiFi, necesito comunicarme con Londres, es algo importante.
- Quédese aca, señor Carlos ¿Me dijo que se llamaba Carlos?
- Carlos Matías Sandes.
- La contraseña del WiFi es “BubléIdiot2020”.
- “BubléIdiot2020” gracias Luisana, ja, ja, te veía en Casados con Hijos, que buena serie, y en Rebelde Way, que gran artista.
Lopilato se fue a acostar y le dijo a las dos mucamas:
- Ocupense de este Queso. Vieron el olor que tiene. Y trajo esos Quesos.
- Sí, huele a Queso – dijo Petronila.
Lopilato se fue a acostar, y Petronila, se acercó a Carlos Matías Sandes, que se aprestaba a usar el celular.
- ¿Por qué tiene tanto olor a Queso? ¿No se lava nunca los pies? – le dijo la mucama al basquetbolista.
- Porque soy un Quesón, y los Quesones nos divertimos cortándole las cabezas a las chusmas como usted.
Entonces agarro el machete y ¡zas! le corto la cabeza a Petronila.
- Queso – dijo Carlos Matías Sandes y le tiró el Queso al cadáver de la mucama, escondiéndolo detrás del sofá.
Carlos se sentó, agarró el celular y empezó a comunicarse con Londres. Se quedo solo en el lugar y por eso pudo hablar con libertad. Se comunicó con Lady Dumitrescu, que ya se residía en Londres, como asesora de su majestad, la reptiliana Reina Isabel.
- ¿Me extrañas Carlos? – le dijo la rumana.
- Mucho, milady.
- Je, je, ya lo sé, amado Carlos, pero te aseguro que yo no te extraño tanto, porque siempre que nos veíamos me pisabas.
- Calzo cincuenta y tres.
- Quesonea a alguna mina y me vas a extrañar menos. Esa es la fórmula.
- Lo sé. Quiero quesonear a Luisana Lopilato. Ya estoy aca, en el lugar.
- Siempre que queres quesonear a alguien, lo has hecho. Hace mucho que la querías quesonear.
- Pero es la mujer de Michael Bublé, tiene una gran custodia, no es fácil, milady. Ahora el chabón se fue al Canadá, a un recital por la Corona Británica.
- Te prometí una ayuda y la tenes Carlos, estoy lejos, pero te juro que desde aca hago más que estando allá. La causa me necesita aca.
Justo en ese momento apareció Zulema, la otra criada.
- ¿Por qué tiene tanto olor a Queso? ¿No se lava nunca los pies? – le dijo la mucama al basquetbolista.
- Porque soy un Quesón, y los Quesones nos divertimos cortándole las cabezas a las chusmas como usted.
Entonces agarro el machete y ¡zas! le corto la cabeza a Zulema.
- Queso – dijo Carlos Matías Sandes y le tiró el Queso al cadáver de la mucama, escondiéndolo detrás del sofá.
Carlos se sentó y otra vez siguió hablando con la rumana. Le mando otra vez a Dumitrescu fotos y videos de sus pies, Lopilato se levantó de su cama, bajó de sus aposentos y se acerco a ver que hacía el basquetbolista, vio eso y quedó impresionada por el olor a Queso de esos pies, se tuvo que poner los dedos en la nariz, para tapar aquella fragancia. Carlos, que permanecía sentado en el sofá, con los pies sobre una mesa ratona, seguía ahí, terminó de hablar con el celular y se iba a parar. Al lado de sus pies, sobre la mesa, Carlos puso un Queso de descomunal tamaño que había llevado y lo dejo ahí.
- ¡No te vayas Carlos! – le dijo Lopilato - ¿Bailamos? – Lopilato puso un disco, era los valses vieneses – como si fuera un quince o un casamiento.
- Bailemos – le dijo Carlos Matías Sandes, y empezaron a bailar.
- ¡Ay, me pisastes, Carlos! – dijo Lopilato cuando Carlos le dio flor de pisotada.
- Es que calzo cincuenta y tres – dijo Carlos.
- Tus pies parecen crecer – le dijo Lopilato.
- Siempre crecen cuando quiero quesonear a alguien.
- ¿Y a quien queres quesonear ahora Carlos?
- A vos Lopilato, a vos Lopilato.
- Hazlo – Lopilato creía que era un juego sexual, no un asesinato eso de “quesonear” – hazlo, ¿Sabes una cosa? Yo creía que Bublé era gay.
- ¿Y lo es?
- Ya no lo sé – fue la confesión de Lopilato.
- Olé mis pies, Lopilato.
Carlos otra vez se sentó y puso sus gigantescos pies sobre la mesa ratona, Lopilato empezó a olerlos, besarlos, lamerlos, chuparlos, una y otra vez, el izquierdo, el derecho, los dos juntos, la actriz de Rebelde Way sintió una satisfacción que Bublé nunca le había dado.
Para la satisfacción fue mayor cuando Carlos la obligó a quedar de espaldas a el, y le dijo que le mostrará el culo, entonces la cogió por el culo, y la cogió por partida triple: con el Queso, el enorme Queso que estaba sobre la mesa, con los pies y con la pija, despues ella le chupó la pija, y otra vez bailaron el vals, la pisó de vuelta, pero la hacerlo, la penetró por la vagina, Lopilato sentía haber alcanzado la felicidad plena.
Lopilato quedó exhausta, una piltrafa, tendida en el piso, pero estaba eufórica…
- ¡Petronila! ¡Zulema! – gritó Lopilato.
- No vendrán – dijo Carlos Matías Sandes.
- ¿Porqué?
- Porque les corté la cabeza, mira – y Carlos sacó de atrás del sofá, las dos cabezas decapitadas de las mucamas.
- ¡Noooooooooooooooooooooo! – gritó de terror Luisana Lopilato.
- Ahora te toca a vos – le dijo Carlos Matías Sandes.
Lopilato intentó escaparse, pero el basquetbolista le tiró el Queso, y Lopilato cayó al suelo, entonces Carlos Matías Sandes sacó el machete y ¡zas! le dio una gran cantidad de machetazos, heridas en todo el cuerpo, uno tras otro, hasta que finalmente le corto la cabeza.
- ¡Queso! – gritó Carlos Matías Sandes.
El asesino se dio por satisfecho, se sacó una selfie con la cabeza de Lopilato (tal como había hecho con la de Wanda Nara) y se la mandó a Lady Dumitrescu.
- Tendré que aprender a vivir sin Lady Dumitrescu, quizás este haya sido el último WhatsApp que le mande. Tengo que ser autosuficiente. Ella mismo me dijo que siente que su tiempo estaba llegando a su fin. Pero soy Carlos Matías Sandes, Basquetbolista, Quesón y Asesino.
Carlos Matías Sandes, para algunos un simple jugador de la Liga Nacional de Basquet, el número 22 de Boca Juniors, para nosotros el asesino de Wanda Nara, Vicky Xipolitakis, Laura Fernández, Gisella Van Lacke, Alina Moine, Romina Malaspina, Ivana Nadal, Cinthia Fernández, Verónica Lozano, Jujuy Jimenez, Tini Stoessel, Mery del Cerro, Eva De Dominici, Adabel Guerrero, Claudia Fernández, Nancy Pazos, Analía Maiorana, Pía Slapka, Mora Godoy, Virginia Gallardo, Natalia Oreiro, Alessandra Rampolla y Luisana Lopilato, Carlos Matías Sandes, Basquetbolista, Quesón y Asesino. |