Para ser un personaje no necesariamente hay que tener notoriedad y fama. Se puede serlo en el anonimato. Es decir, el personaje lo hace la vida, no el papel impreso. De tal guisa, hay famosos que no gozan de categoría de personaje, y anónimos casi absolutos que sí lo son.
Esto es: la "personajería" se desenvuelve en dos ámbitos: uno general, y otro, más pequeño, particular.
Y ahí se enclava mi primo Pedro. Seguramente no llegará a nada, pero comprende en su persona a muchos históricos. En un tipo, podríamos decir, global. Su mérito radica en su globalidad. Mi primo Pedro lo mismo te diseña una cocina, que te habla de geopolítica. Tanto es así que un día, aprovechando un mitin en el pueblo, la gente, por aclamación, pidió su intervención al final del acto.
Ahí descubrimos que teníamos a un conspicuo en el pueblo. Un doctor en el arte de la evasiva y un elocuente que al final convenció a todos sin hablar de nada en concreto. Pero daba gusto verlo gesticular, que mismamente un político de fuste parecía. Lo sacamos a hombros. Nadie recordó de aquel día otra cosa que no fuera su intervención. Nos puso, en general, de vuelta y media, pero con tal arte que salió a hombros de allí como un torero.