La soledad del lector es una novela o pretende serlo. Tres personajes y únicamente tres, son los que aparecen a lo largo de todo el texto: el narrador, el protagonista, el lector. Entonces, vamos conociendo de a poquito, detalles sobre la vida, el pensamiento y lo que parece querer el protagonista, todo tamizado a través de los recuerdos, experiencias y comentarios del lector. Éstos, cáusticos a ratos, van siguiendo críticamente el posible accionar del protagonista. Ahí tenemos en forma básica, la trama total de la novela. Pero lo realmente importante de este libro no estriba en los tres personajes solamente, sino en todos los fragmentos que aparecen intercalados o amontonados entre las apariciones y referencias esporádicas del narrador, sobre el lector y el protagonista, o del mismo lector sobre el protagonista: que si le gusta la playa, que si tiene una o más mujeres, que si padece cáncer de próstata, que si vive en una casa cercana a un cementerio abandonado, que si tiene hijos.
Markson apuesta por un proyecto experimental, donde parece no decirse nada, pero se dice todo o casi. Quedar atrapado entre las líneas de este libro, está por descontado; porque la relación de múltiples datos sobre pintores, poetas, historiadores, filósofos, novelistas, etc, queda anotada aquí con certeza; la elección de momentos y detalles chuscos o trágicos, le dan a la novela una fuerza que sin ellos, no tendría.
Es momento de pasar a disfrutar la sorpresa y el humor que navega a través de toda la novela. Aquí, algunos fragmentos:
Jonathan Swift dejo su dinero para que se fundara un hospital para enfermos mentales.
Y murió loco.
No pude leerlo. La mente humana no es así de compleja. Dijo Einstein, al devolverle un Kafka a Thomas Mann.
El duelo en el que murió Pushkin tuvo lugar en 1837. El hombre que lo mató, un oficial francés llamado Georges d´Anthés, vivió cincuenta y ocho años más.
Mozart compuso sus tres últimas sinfonías en seis semanas.
Uno de los títulos en una factura que se conserva y que le extendió un librero a Joyce, en Trieste, con fecha de 1914, es Pinocho.
La divina comedia contiene 14230 versos. La mayor parte de los cuales Goethe describió como repulsivos.
¿Freud se acostaba con la hermana de su mujer?
Dos hijos de Thomas Mann se suicidaron.
Igual que dos hijos de Marx.
En El anticuario de Walter Scott, hay dos martes en una semana.
Y el sol se pone una vez por el Este.
Blake fue enterrado en una fosa común sin identificar.
Yeats nunca pudo terminar de leer el Ulises.
Gente culta que puede pasar horas en la casa de uno, sin echar una sola mirada en los estantes.
Lo único que te interesa son los tiros, los perros y perseguir ratas, y serás una vergüenza para ti mismo y para toda tu familia. Dijo el padre de Charles Darwin.
El señor de las moscas, fue rechazada por veintiún editores.
Más de un propietario de una biblioteca personal importante, los primeros años después de Gutenberg, dejó en claro que jamás un ejemplar impreso formaría parte de ella.
A Evelyn Waugh lo encontraron muerto en el piso de un baño.
El Times de Londres incluyó oficialmente a Robert Graves en una lista de los muertos en combate en 1916. Graves viviría hasta 1985.
Eliot tenía 68 años cuando se casó con su segunda mujer, Valerie, que tenía 30.
Robert Louis Stevenson murió de una hemorragia cerebral a los 44, pero antes de eso había quedado consumido por la tuberculosis. Un montón de palitos en una bolsa, dijo Henry Adams que parecía.
Isaac Babel desapareció en una de las purgas de Stalin. No se sabe absolutamente nada sobre su muerte.
Cuando el propio Stalin fue encontrado muerto, había una grabación del concierto para piano # 23 de Mozart en su tocadiscos.
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