RETOZÓN, COMO POLLINO EN PRIMAVERA 
 
En la aristocrática cantina de mi barrio “La suerte loca”, donde voy a curarme de mis males, platicaba con mi amigo “El borras” sobre el día de la mujer y el feminismo. 
   —Ahora, es peligroso dirigirse a una dama, no te vaya a pasar lo de mi amigo Avelino. 
   —¿Qué le pasó? —pregunté con curiosidad. 
   —Mi amigo Avelino era un joven seductor, salaz, lujurioso y concupiscente. Tenía la convicción que Dios lo había mandado a este mundo para hacer felices a las mujeres, así en plural. Al ir a su trabajo, temprano en invierno, encontraba a una linda muchacha barriendo su banqueta. Caballeroso le dirigía una frase como: “¡Adiós, guapa!”. Al entrar la primavera las hormonas de Avelino se le alborotaron y un día le dijo: “Mamacita, ¡qué buenota estás!” En eso que salen, no uno, sino cinco hermanos. ¡Pobre Avelino! Le han puesto una chinga, una santa madriza, que de milagro salió vivo y sin fracturas. 
    El borras se quedó callado degustando un reconfortante tequila, por lo que volví a cuestionarlo: 
   —¿Y luego? 
   —Desde entonces, Avelino rehúye a cualquier fémina. Da un gran rodeo para ir a su trabajo y sigue el consejo de su padre confesor. 
   —¿Cuál 
   —Se dedica a la filosofía. 
  
 
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