Hoy me levanté temprano para hacer el trámite de renovación de mi carné de identidad. Estuve desde anoche mentalizándome para no pasar un mal rato con la eterna espera y no terminar desquitando mi irá contra los eficientes funcionarios públicos del gobierno de Chile. ¿Qué culpa podrían tener esas serviciales almas por la inoperancia de un sistema computacional mal diseñado y mal implementado? ¿Por qué permitimos siendo testigos presenciales que sean sometidos a injustos abusos laborales? Cuando se les prohíbe, a vista y paciencia de todos nosotros, alimentarse adecuadamente para comenzar su jornada laboral con esa modorra saludable resultado de su proceso natural de digestión. No les es permitido ajustar el ritmo de su atención acorde a su bienestar físico y sicológico.
Estaba resignado a recibir un número de atención por sobre la primera centena y quizás un poco esperanzado de que no fuese mayor a los dos dígitos. Ante mi sorpresa, a lo lejos, mientras me aproximaba a la sucursal del registro civil del gobierno de Chile, divisé una aglomeración de no más de seis personas. Apuré el paso, sintiéndome con una racha de suerte que dibujó una sonrisa en mi rostro. Me acerqué al guardia, que como ustedes saben nunca realiza funciones de guardia, su función es mas de recepcionista. Él está ahí para orientar y entregar números. Conservando aún mi sonrisa intenté comunicarle el trámite que venía a realizar, pero antes que pudiese concluir la frase ‘carné de identidad’ me vociferó:
-- Solo con solicitud.
-- ¿Y dónde hago eso? Le repliqué.
Alzó su mano, escondiendo una atenta sonrisa tras su cara de guardia (encontrar una sonrisa en la cara de un guardia es más difícil que recibir una buena atención) y señaló un afiche que mostraba dos canales de comunicación, nuevos para mí, para realizar esta solicitud.
¡Ahora si que se están haciendo bien las cosas! Pensé para mí. Habilitaron un canal telefónico a través de un número 600 y una dirección web para ordenar la atención de este trámite. Este gobierno definitivamente a resuelto el problema de las filas y de paso a dosificado la excesiva carga de trabajo de los explotados funcionarios públicos. Un logro más de este gobierno de excelencia. Deberían pagar sueldos dignos a todo este grupo de compatriotas que se entregan, abnegadamente día a día, para brindar un buen servicio a todos nosotros ¿Creo que ya lo hacen con cierta regularidad?
Me regresé a casa agradeciendo tener Internet, tener computador y ser lo bastante joven aún, como para saber operarlo luego de escudriñar el lugar sin poder encontrar un teléfono o un computador que me permitiese hacer la solicitud desde las mismas instalaciones del moderno recinto.
Mientras conducía de regreso, recordé todo el desgaste de energía que había invertido la noche anterior en preparar una buena disposición para la actividad, lo temprano que me había levantado y me sentí en la obligación de alzar un mantra a la existencia, recargado de todas las groserías que recordaba a modo de sanación, para liberar toda las malas vibraciones y por supuesto recuperar la energía empleada. Todo esto en soledad, acompañado por música a un volumen que permitiese la privacidad del acto liberador. No es bueno andar por ahí cargado con estas malas energías.
Al llegar a casa, encendí el computador e ingresé a la página de solicitudes. En la parte superior del wizard (pieza de código que opera como asistente guiándote en pasos consecutivos hasta completar la solicitud) decía paso 1 de 3. Luego de diez minutos de una lucha descarnada entre mis acabados conocimientos computacionales en contra del wizard, aún decía en la parte superior paso 1 de 3. Resultó que el canal web era tan inoperante como el anticuado sistema en línea, del cual los frustrados funcionarios públicos con justa razón, se quejaban frecuentemente de no poder cumplir con las expectativas de la ciudadanía por recibir una buena atención. Ese maldito ente inanimado que pareciese pasar más tiempo caído que entregando los beneficios de la modernización continuaba siendo el responsable de la poco eficiente operación del aparato público.
Debería existir algún tipo de sanción o amonestación en contra de estos sistemas. ¿Tendremos que esperar unas décadas para cuando se les incorporé IA (inteligencia artificial)?
De manera que puedan ser consientes de la justicia que se está impartiendo al sancionarlos.
Me quedaba una sola opción. Me alegré profundamente de contar con el comodín de la llamada telefónica. Acerqué un cómodo sillón al teléfono fijo, fui al escritorio por papel y lápiz, me senté, respiré profundo y marqué el número 600.
-- Bienvenido al nuevo sistema de solicitudes del registro civil del gobierno de Chile. Desde esta plataforma usted podrá obtener gratuitamente certificados de nacimiento, de matrimonio o defunción... bla bla bla. Se escuchaba una mensaje grabado prometedor.
-- Atención para su seguridad esta conversación podría ser grabada.
En ese momento supe que si no contenía las ganas de garabatear al funcionario tras la línea podría sufrir graves represalias civiles. Multas en dinero.
-- Marque su run. Si termina en k reemplácelo por cero. Si es extranjero y no tiene run espere en línea para ser atendido.
Marqué mi run.
-- Lo siento el run que a marcado no es válido. Intente nuevamente.
Marqué pausadamente mi run para no equivocarme.
-- Lo siento el run que a marcado no es válido. Intente nuevamente.
Respiré profundo y marqué nuevamente mi run.
-- Lo siento el run que a marcado no es válido. Y se han superado los intentos. Espere en línea para ser atendido.
-- Bienvenido al nuevo sistema de solicitudes del registro civil del gobierno de Chile. Desde esta plataforma usted podrá obtener gratuitamente certificados de nacimiento, de matrimonio o defunción...bla bla bla. Para mayor información ingrese a nuestro sitio web de atención...bla bla bla.
Mientras esperaba cómodamente sentado. Tuve la idea de solicitar mi certificado de defunción. ¿Quizás no era mala idea adelantar un poco el trámite? Ustedes saben, por la demora que toman este tipo de solicitudes.
-- Bienvenido al nuevo sistema de solicitudes del registro civil del gobierno de Chile. Desde esta plataforma usted podrá obtener gratuitamente certificados de nacimiento, de matrimonio o defunción...bla bla bla. Para mayor información ingrese a nuestro sitio web de atención...bla bla bla.
Ya no recuerdo cuantas veces escuche este mismo mensaje. Pero prueba de ello es que puedo transcribirlo casi de manera exacta, incluso aún lo escucho en mi cabeza. Mi ansiedad comenzó a acrecentarse. Pasó por mi mente la idea de que mis primeras palabras al escuchar una voz humana eran dejar una clara e impactante constancia de que sus canales de solicitudes no servían. Decir algo como: ‘Sus canales de solicitudes son una mierda’ o ‘La atención es como el pico’ pero no pude encontrar eufemismos que reemplazaran las groserías sin perder la fuerza del mensaje. Luego me asaltó la certeza que quienes trabajaban en esta mesa telefónica tenían más que claro la deficiente operación de los canales de solicitudes. Y era evidente que quienes habían visado la operación de la plataforma luego de aprobar los millonarios contratos para el desarrollo de la plataforma, quizás a una nueva empresa con apertura de giro reciente por ‘recomendación’ de algún familiar cercano pero no lo demasiado para que fuese un escándalo también estaban al tanto de la desastrosa operación. Y entonces recordando la advertencia que la conversación podía ser grabada, me di a la tarea de tranquilizar mi desinteresado impulso lingüístico por hacer evidente la mala operación de modo que la atención pudiese ser mejorada. Me conformé con el abuso si eso me mantenía libre de castigo.
-- Buenas tardes le habla Luz Marina. ¿Con quién tengo el gusto? Se escuchó finalmente desde el otro extremo de la línea.
Esa voz llegó a mí con una sensación de plenitud tan grande, que no pude sino guardar un instante de silencio sin saber que decir. Una experiencia muy similar supongo, a la que experimentó Chuck Noland, al oír la voz de sus rescatadores de la isla, en la película el náufrago. Tampoco me perturbó la rareza de que me hablara una hermana colombiana. De seguro esa pobre mujer tenía el doble de cordialidad y cobraba la mitad del dinero que una ambiciosa chilena para atender incansablemente a los fastidiosos ciudadanos que se quejaban del eficiente registro civil del gobierno de Chile.
-- Usted habla con Carlos Pontigo. Le respondí
-- Conmigo
-- No. Pontigo. Aclaré.
-- Buenas tardes señor Carlos. ¿Puede darme su run?
-- Diecisiete millones quinientos veintiséis mil doscientos treinta y cuatro guion k.
Sí. Guion k. Ahora que lo pienso ¿Quizás por eso no funcionó el sistema automático?
-- Disculpe no le escucho muy bien. ¿Me puede repetir su run señor Carlos?
-- Diecisiete millones quinientos veintiséis mil doscientos treinta y cuatro guion k.
--- tuuuuuuuuuuuuu.....tu.tu.tu.tu.
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