Es grande la capacidad evocadora de olores, sabores, colores, sonidos...
El color verde hierba me trae a la memoria a mi madre el día de mi Primera Comunión, bellísima ,enfundada en un vestido de ese color.
El suave aroma de la vaselina me evoca a mi abuela paterna , que acostumbraba a aplicársela en las lesiones por psoriasis en codos y cabeza .
El olor a nata de las gomas Milano me transporta a los primeros días de la escuela.
Y el fresco perfume de los juncos me traslada a las aguas cristalinas de las gargantas del Valle y a las libélulas que revolotean por allá.
La suavidad de la piel de los bebés me trae a las mientes a mi hija , tan linda ...
El grato sabor de la papilla de fruta y galleta me lleva a los días de la infancia , como los bocadillos de nata o los de aceite con azúcar.
Pero son los sonidos, especialmente los de las canciones, los que despiertan en mí mil y una remembranzas.
Cuando no hace mucho se anunció la muerte de Camilo Sesto, recordé a una niña , compañera del colegio, su fans número uno.
- Has vuelto, Melinaaaaa- entonaba con entusiasmo.
De los tiempos del bachillerato me asalta José Luis Perales, el cantante favorito de María Ángeles, que escuchaba al compositor con pasión insólita, porque era el cantante favorito de su novio Valentín, el más fiel de los enamorados ,como atestiguaban sus cartas diarias, puentes contra el olvido.
" Y se marchó y a su barco le llamó Libertad..."
Y en el pueblo, nadie tan devota de Miguel Bosé como mi amiga Ana, que se ponía un pañuelo en el bolsillo trasero del pantalón y emulaba en la discoteca las evoluciones danzarinas del divo, al ritmo de " Ana, Ana,..."
Son innumerables las situaciones, personas y lugares vinculados a temas musicales.
Nada como la música resucita los instantes , salvándolos del olvido.