Quemó sus cartas porque le dolían hasta los recuerdos. No podía soportar el saberla ajena. Botó a la basura todos sus regalos, pues quería borrar todos los vestigios que le recordaran bellas épocas, que en lugar de hacerle bien le martirizaban. cuando iba por las calles, las calles olían a ella; cuando se tomaba un café sentía su esencia en cada sorbo. En el jardín le parecía respirar sus aromas y no era para menos, era otra flor entre todas las flores. Tal vez la más aromática y la más bella. El jamás pudo entender que era libre y frágil como las mariposas y que necesitaba solo una mano y un corazón que supieran acariciarla, amarla y después abrirle la puerta para que siguiera su vuelo. El la dejo ir pensando que ella volvería y no volvió. Solo en sueños se aparecía y cuando iba a abrazarla fuerte para que nunca se fuera, ella salía volando como una mariposa y se escapaba de sus brazos. El despertaba muy de mañana y quería acelerar el tiempo para que ella de nuevo apareciera, así se la pasó mucho tiempo y un mal día se escapó para siempre de sus sueños.

AUTOR: PEDRO MORENO MORA
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