Me piden que las ponga en orden,
rastrean y se escapan
como buscando el polen.
Saben
que soy serena.
Piden
que encienda la linterna
y vigile sus habitaciones.

Al mismo tiempo,
ellas,
mis adolescentes,
me gritan a mí, me previenen,
que ellos no sepan
a qué sabe mi boca.

Mientras tanto florezco.
Miro atrás y no estoy,
No estoy sino acá, hacia tu perfume yéndome.
Al roce cuando pasas,
un pétalo vibra,
una rosa te pongo ante los ojos,
huelo tu perfume.

Una llama emergente surge
por el suelo
y me ofreces montura
en un caballo alado e invisible.

Las niñas adolescentes que lidero
me piden descansar.
Pero el descanso
se disuelve
en el aire.