Los secretos de las recetas afrodisíacas
Mi curiosidad e interés personal por el tema me inició en la búsqueda de un preciado tesoro pocas veces difundido entre la población.
Porque resulta harto difícil encontrar respuestas a esta inquietud, que no escape de los titulares de revistas chabacanas y oportunistas.
¿Son los mariscos afrodisíacos?
¿Prueba con apio y nueces y a disfrutar del placer?
Estos y otros títulos abundan en la literatura casual con la que nos entretienen las redes sociales.
La obsesión por un “me gusta” sobrepasa todos los valores y se atreven a todo.
Una vez descartada todas las propuestas al alcance de un click, la perseverancia me llevó a navegar en la deep web o internet profunda y dar con un lugar en Tailandia que prometía dar con lo que andaba buscando.
El viaje no fue del todo placentero, una escala en Abu Dabi que demoró siglos y un efecto por el jet lag que nos mantuvo inertes por varios días.
Me acompañó en esta aventura mi secretaria Herminia, siempre dispuesta a probar todos los sentidos en compañía de su su jefe.
Ella fue la que sugirió el viaje a Tailandia
-¡No me digas que estás cansado!
-Reconoce que tienes un problema, quizás tendríamos que probar otras alternativas.
El Aeropuerto Internacional Suvarnabhumj es una moderna estación aérea situada a 30kms de Bangkok. Fue el primer destino, nuestra morada era la Ciudad de Chiang Mai.
Un país que invita al derroche sexual, en donde se agudizan los sentidos fruto de una oferta desproporcionada de placeres, no solo en lo erótico sino en lo culinario. Creo que conocí en este extraño país la diferencia entre sexo y erotismo, conjunción de una genitalidad ausente con una excitación permanente.
Parece curioso pero es así, muy tántrico y excesivo, donde cualquier roce genera placeres, la piel parece vibrar al ritmo de una geografía proclive al disfrute.
Ya instalados en la norteña ciudad de Tailandia, pudimos recorrer los maravillosos templos, recargados de figuras paganas y provocadoras, con Budas expectantes invitando al pecado.
-¡Tenemos que ubicar al monje!
-¿Te parece? Dudó por primera vez Herminia.
El monje al que hacía alusión debíamos encontrarlos en un sendero a la vera de un río, una construcción estilo pagoda erguida al fin del sinuoso sendero.
A metros del ingreso, sin mucho entusiasmo detuvimos la marcha, tomamos un respiro y emprendimos el regreso sin siquiera preguntar por el sacerdote.
Habíamos descubierto el secreto de los afrodisíacos mas poderosos del mundo.
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