Retorné a la palabra, a mi casa.
Porque la palabra es mi casa humilde, mi castillo medieval fortificado.
Es tantas cosas la palabra!
Es, por ejemplo, aprendizaje, o calma, o puente,
o venda que cura la herida, o elegante cortesía.
Las palabras son confidencia, son pasión, son cómplices de nuestros cómplices instantes.
Las palabras son fuegos artificiales que estallan en risas colectivas en la reunión de descanso.
Son bellas y maleables, multiplicables con sufijos y prefijos que enriquecen el lenguaje.
Un día enmudecí y me creía morir.
Luego mi voz salió recuperada aunque débil.
Y, con el tiempo, como crecen los niños. No, mejor, como crece el bambú, así creció de golpe.
Y se dejan y se han dejado siempre, retener.
Merecen ser escritas. Merecen ser recitadas con voces suaves, voces graves o agudas, pero siempre mimadas.
Mimadas como mima una madre al hijo,
mimadas como mima un amor al beso.
Torrente de palabras
o palabras más cortas, os amo.
Porque amo al universo y a los otros, y al día,
os amo. |