UNA SICÓLOGA EN MI SUEÑO
- Buenas tardes Doctora.
- Buenas tardes Carlos, pase por favor.
- ¿Me siento en el sillón o me recuesto en el diván?
- Donde le sea más cómodo.
- Hoy me recostaré en el diván, pero por favor no se ubique detrás mío porque me da la impresión de estar hablando solo.
- Como desee, hoy habíamos dicho que íbamos a interpretar su sueño de anoche si es que lo podía retener ¿no es cierto?.
- Sí, es muy cierto y lo recuerdo perfectamente.
- A ver, adelante, descríbame su sueño.
- Es un sueño un tanto extraño Doctora, pero bueno... al fin y al cabo todos los sueños lo son. Comienza en una mañana quizás de primavera... o tal vez una mañana como la de hoy, iba caminando por la vereda del sol de una calle que no identifiqué, de pronto observo a dos muchachos cargando un camión blanco, de esos con cámara frigorífica, al llegar donde estaba el camión uno le dice al otro: "Listo, esa fue la última caja, cerrá la puerta" y mirando en mi dirección agrega: "ufff si que dio trabajo pero bueno... ya se lo puede llevar", en ese momento sentí que las palabras eran dirigidas a mí, seguí caminando unos pasos y al llegar a la altura de la cabina del camión, abrí su puerta, me subí, volví a cerrarla y me deslicé por el asiento hasta estar sentado frente al volante, noté que había un papel apoyado sobre la consola, lo tomé y lo abrí, era la Hoja de Ruta, puse en marcha el motor y comencé a dirigirme en esa dirección.
- Pero Usted sabía que estaba cometiendo un delito.
- No Doctora, de ningún modo, yo estaba seguro que hacía lo correcto, lo que debía hacer.
- Perdón, perdón por la interrupción, continue Carlos.
- Luego de hacer varios kilometros por la Ciudad, enfilé por el Acceso Oeste a mi destino, iba muy contento, era un lugar que conocía y su paisaje es muy hermoso. Apenas unos metros después de cruzar el primer peaje veo que una muchacha me hace dedo para que la acerque a algún sitio seguramente, y yo, que hace ya un tiempo recorrí muchos kilómetros haciendo autostop, no me pude negar, detuve el camión y le abrí la puerta del acompañante, ella subió, traía una amplia sonrisa y una pequeña mochila, "Buen día" me dijo y yo le inquirí:
- Buen día ¿adonde es que vas?
- Voy muy lejos pero hasta donde me pueda llevar estará bien.
- Yo también voy lejos ¿tú adonde?
- Hasta la ciudad de "La Consulta" en Mendoza.
Abrí la "Hoja de Ruta" para confirmar que no estaba soñando y agregué:
- Es tu día de suerte, yo voy a Tunuyán, tengo que pasar por La Consulta y de allí a Tupungato, así que podemos decir que estoy en tu destino.
- Uy ¡que maravillosa casualidad!
- No linda, no existen las casualidades. A propósito, ya que vamos a compartir un largo viaje ¿cuál es tu nombre?.
- Me llamo Mía ¿y vos?
Y yo quedé pensativo... me repetía: "Mía Mía ese nombre no es usual pero... me resulta tan conocido", allí pensé: "debe ser por Mía Farrow, esta chica tiene algo de ella, se le parece". Cuando volví al momento le dije:
- ¿Sabés hacer mates?.
- Por supuesto, hago ricos mates.
- Mira, si las casualidades no existen, en ese bolso a tus pies debe haber un equipo completo de mate.
- Sí, aquí está, pero vos ya sabías.
- Sí, claro que sabía pero no me preguntes como.
- No tenemos agua caliente, el termo está vacío.
- Eso se arregla fácil, nos detendremos en aquella gasolinera.
Cuando llegamos allí le pedí a la muchacha que atendía que llene mi termo y después volví al camión para reunirme con Mía, al arrancar nuevamente, ví que la chica que me vendió el agua corría hacia nosotros diciendo: "su vuelto señor", le indiqué que lo guarde y cuando se dio vuelta noté que era poseedora de unas hermosas curvas, tomé impulso para decirle una de esas groserías que solemos decir los camioneros... pero me contuve. Le dije a Mía:
- ¿Vas a La Consulta a descansar, a degustar sus deliciosos vinos o a contemplar esas montañas de nieves eternas que la rodean?.
- No, no voy por nada de lo que nombraste, voy por trabajo.
- ¿Por trabajo? ¿como es eso?.
- Sí, tengo una sesión de terapia con un cliente allí.
- Wau eres médica ¿te tengo que decir Doctora?.
- No, no soy médica, me tienes que decir Mía, soy sicóloga.
- ¿Y como es eso? ¿él paciente vive en La Consulta?. Le debe salir una fortuna tu visita, con seguridad eres la mejor sicóloga del mundo.
- Ni una cosa ni la otra, él no vive en La Consulta, no soy la mejor del mundo y no le saldrá una fortuna, solo le cobraré 2000.
- ¿Y porque en La Consulta entonces?.
- Es el pacto que hicimos con mi cliente.
- Hummm ahora entiendo, los dos mil no son Euros, ni Dólares, y menos Pesos, son caricias ¿es tu novio, no es cierto?.
- Nooo, de ningún modo, solo vengo para interpretarle un sueño, ni siquiera lo conozco, lo único que sé de él es que se llama Carlos y los dos mil son pesos, el costo del pasaje hasta allí.
- Pero entonces, ¿como concertaste la cita si no lo viste nunca?.
- Fue por Internet y él quiso que nuestra consulta terapéutica fuese por añadidura en La Consulta ¿entiendes ahora?.
- Sí... por demás que entiendo, ten cuidado con ese paciente, quizás en ves de querer que le interpretes un sueño quiere que le cumplas un sueño, y encima es un suertudo, se ahorrará los dos mil pesos ya que te traje yo.
- No tiene porque saberlo, esa es mi suerte, no la suya, los dos mil pesos no se discuten. ¿Siempre piensas lo peor?.
- Mía, ¿no me estarás sicoanalizando no?. Las sicólogas ¿son sicólogas a tiempo completo o dejan a la profesional en el consultorio?.
- Dejamos a la profesional en el consultorio, el resto del tiempo somos mujeres, que no te quepan dudas.
- Entonces tu cliente, ese tal Carlos quiere que le cumplas un sueño sin ningun lugar a dudas.
- Que ni lo sueñe.
Doctora, en ese momento mi sueño se empezó a convertir en una pesadilla y me desperté... no soñe más nada. Digame por favor estoy para pastillas ¿o con mimos se me pasa?.
|