El proyectil entró en aquel cuerpo a una velocidad de 300 metros por segundo; y al salir por su espalda, llevose consigo trozos de hueso, carne, y piel.
Él cayó de rodillas soltando un oxidado cuchillo que portaba; con ambas manos trataba infructuosamente de cubrir el agujero desde donde comenzaba a emanar abundante sangre. Rastrero y sollozante comenzó a suplicar por su vida.
Jorge insistió en qué tomara un taxi para llegar al centro comercial, pero ingenua preferí caminar para ir conociendo la ciudad. Sabía que se trataba de un sitio peligroso con continuos robos y violencia, pero ello no me preocupó.
_ ¡Dame todo lo de valor!_ Gritó el ladrón que saliese de entre las sombras a tan solo dos cuadras de mi destino_ ¡¿Me escuchaste puta de mierda?!.. ¡Esto es un asalto dame todo, o te enterraré el cuchillo!_ Vociferó abalanzándose sobre mi.
Cuando era adolescente mi padre, un veterano oficial de policía, constantemente me llevaba al polígono de tiro de la institución_ Debes aprender a usar el arma de servicio, uno no sabe cuando lo necesitará_ Solía decir. Y yo con apenas trece años en ese entonces, obtuve el primer lugar del campeonato de tiro organizado por la jefatura del pueblo.
Instintivamente al percibir peligro, sustraje desde mi bolso de mano la pistola calibre veintidós, y fue en este preciso momento, cuando las clases de tiro serían de utilidad.
La primera descarga entró directamente en el estómago del asaltante, destrozando su columna vertebral. Me cercioré de no tocar ningún órgano vital, lo quería vivo para que fuese testigo de lo que haría con él.
_ ¡No me mate por favor!_ Lloriqueaba cuando sonriendo puse el cañón de la veintidós en su cabeza_ ¡Tengo hijos por favor no me mate!_ Gritaba desesperado.
_ Nunca más volverás a dañar a las personas maldita rata asquerosa, muere escoria hijo de puta_ Dije martillando el gatillo de la pistola; él comprendió que nada podía hacer, y con una mueca de resignación, sucumbió a su destino.
_ ¡¡Powm... Powm!!
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