EL VIENTRE DE RAQUEL





Cruzaban en su infancia miradas sin prever
que aquel era un presagio precoz sobre la piel,
el tiempo fue moldeando sonrisas y en su miel
soñaron imposibles de torres de Babel.

El joven una tarde muriéndose de sed
le confesó al oído que amaba su vergel
y recibió en sus brazos danzando en el soutien
un corazón sin velos de niña y de mujer.

Allí donde ilumina la estrella de Belén
la vida se ha posado en el vientre de Raquel
allende de los muros que da la insensatez
y el odio entre los hombres invoca que es la fe.

Quizás sea su primicia Templario del Saber
y cuando el sol dé rosas en el Levante infiel
un niño esté guiando allá en Jerusalén
sus pies hacia La Meca, sus ojos a Israel.