No recuerdo la última vez que fui verdaderamente feliz, en mi vida he almacenado buenos y malos recuerdos, clasificados por fecha, importancia y sentimientos causados, pero la verdadera felicidad permanece vacía, su anaquel, sellado por sus engranes oxidados del pasar de los años, está cubierto de polvo y adornado por grandes telarañas, prueba que ha permanecido vacío por largo tiempo, o tal vez por siempre; y su llave, desconocida, extraviada en algún punto de la vida, ha dejado de ser buscada.
En su lugar, los arquitectos de mi mente, con su clásica fachada descuidada y dejada, han levantado un muro frente a la balda olvidada, re-diseñando entonces, mayores espacios para los momentos graciosos y vagos, aquellos que provocan una efímera alegría merecen ser recordados, pues tal vez en algún punto, tras unirse formen la llave extraviada... pero eso no pasará, aquel anaquel descuidado ha sido bloqueado, y su recuerdo poco a poco se irá borrando, su existencia inexistente, como un tabú para mi mente, no merece ser mencionado.
Los días siguen pasando y no se hasta cuando, una vida sin sentido, un cuerpo mecánico que sigue la rutina que le ha sido señalada, y no se hasta cuando...
Llegará el momento acaso, en que pueda parar? |