Hay personas que nos llenan de vida. Es preciso confiar y adentrarse con éstas donde el corazón nos lleve. Hay otras personas que nos emborronan la visión de la belleza, del horizonte, y no lo consiguen, pero amargan, amargan mucho. Quieren brillar opacando a esos que ven como luciérnagas, con luz propia. Cuidado, cuidado.
Pero ante todo hay que considerar que es fácil tener una venda en los ojos, por cientos de motivos; y que es fácil creernos maduros y sabios, cuando nos falta mucho aprendizaje.
Asuntos del pasado no cicatrizados. La educación recibida. La manera personal e intransferida de tomarnos las cosas. Juicios preconcebidos. Falta de entendimiento del porqué de sus conductas. Preguntas omitidas. Las puertas que antes no teníamos abiertas. Éstas entre otras cosas nos impiden el auténtico conocimiento de nosotros mismos y de los demás, de esos que están, tan cerca, y, lamentablemente, sin descubrir.
Por favor, aprendamos, no suframos innecesariamente, gocemos la grandeza de la amistad, riamos, avancemos. Comprendamos que con frecuencia interpretamos la misma cosa, personas distintas, de manera muy diferente.
Hay que saber escuchar, que empieza por oír, pero no acaba ahí. Hay que saber mirar, que no es lo mismo que ver, y hay que saber contemplar lo que es digno de ser contemplado.
Por supuesto hay que entender que, "para gustos, los colores". Que te gusta el amarillo y a mí no, no es suficiente para que no seas mi amigo. Y, por último, hay que descubrir que, seamos santos o ladrones, creemos que los otros lo son igualmente. Nada más lejos de la verdad.
Por último, ahora sí, tenemos derecho a cambiar, a crecer; y los otros también. Tenemos todo el derecho del mundo a ver el mundo desde otras perspectivas.
Con todo esto, el título de mi arenga puede ser: experiencia, observaciones y modificaciones de visión y de conducta. |