Domingo, 16 de Febrero 2020
"Yo les perdonaré sus
iniquidades, y nunca más
me acordaré de sus pecados"
(Hebreos 8:12)
Ya me puedo ir en paz.
A mi edad lo comprendo todo
la edad que no perdona
pero que regala mil recuerdos.
Me siento quieto en la penumbra
de mi vida mirando de reojo como lloran las aves
y como las espumas del Plata se cristalizan.
Ya no existen caracoles en la arena
como cuando era niño,
ya no hay risas sin engaños
y el río de Comerío no corre claro
lleva demasiadas penas.
Pues siempre creí que me amaba tanto.
El destino me perturba.
Nacen los poemas de la bruma
de lo que queda del arcoíris.
De las cenizas de los fuegos
que calcinan.
De las fiestas Patronales de otros tiempos,
de las cartas de amor que ya no existen.
Nacen poemas del exilio
del sacrificio de un amor abandonado
de todo lo entregado y recibido
de todo lo invocado al universo
de la luna, del engaño y
de todos aquellos que me han mentido.
A mi edad lo comprendo todo
la edad que no perdona
pero que regala mil recuerdos;
espejismos que a veces nos dejan sorprendidos.
Ya me puedo ir en paz con mi tristeza,
es un recuento de todo lo que vivido.