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El calor de la capital siempre le recibía abrasador por esas fechas, eso sumado al hastío y cansancio del viaje, le tenían con un humor de perros, puesto que había olvidado sus documentos allá en su pueblo y no le quedaba batería en el móvil, de modo que tuvo que tomar un taxi y tuvo que bajarse antes y caminar, ya que no le quedaba suficiente efectivo y el conductor no tuvo la decencia de detener el taxímetro cuando se detuvo en el paradero, así que mientras elle buscaba su dinero, el cobro aumentó. Quiso reclamarle, pero cuando iba bajando, el “cuídate” que le soltó antes de cerrar la puerta le hizo pensar que al menos no era otro macho más, o la verdad no quiso ahondar mucho más en ese pensamiento, pues al final nunca se sabe.


Al caminar, iba a paso rápido, no tenía muchas ganas de estar bajo el sol, pero la feria de libros que está siempre ahí en la Alameda, esa, la que está al lado de metro U. de Chile, le hizo devolverse. Entró y comenzó a recorrer los pequeños y angostos pasillos, observando detenidamente cada mesón, mirando las portadas y levantando uno que otro ejemplar para leer la contratapa a ver si alguno llamaba su atención.


En ese proceso, cuando se detuvo al final (o al principio) del mesón de en medio, se topó con una obra que se le hizo familiar, pues en su memoria se desencadenaron un montón de imágenes de la infancia. Y es que al mirar el libro más de cerca, sus sospechas se confirmaron, pues reconocería esa imagen y esa editorial en cualquier sitio. Esa silla blanca entre paredes de tonos azulosos y negruzcos, con el título grande también en letras blancas enmarcadas en una franja negra que versaba “Entreparedes”. Sin dudarlo más, lo tomó y lo abrió al azar. Grande fue su sorpresa al percatarse de la sección en que lo había abierto, pues el nombre de quien le habría criado como su padre apareció en unas negras Times New Roman, algo se removió en su interior, no mucho, pero sí lo suficiente como para intentar leerle, sin embargo, como siempre la lectura de esos versos le resultó muy “matemática” para su gusto, así que continuó pasando páginas hasta llegar a la sección que sabía que encontraría. Un nuevo nombre, pero más que conocido apareció y sin dudarlo se sumergió en esos poemas, pero no fue, sino hasta el último de esa mujer en esa antología que las lágrimas se asomaron un poco en sus ojos (aun que no lo bastante como para dejarlas caer). Y es que se vio reflejade en las letras que su madre le dedicaba a ese hombre. Y en su mente, aparecieron cuestionamientos que hace ya algunos años rondaban por ahí en las tinieblas.


“No quiero esto…” pensó y con esto se refería a demasiadas cosas, puesto que no quería el ego del poeta, ese que la llevaba de la mano de su madre a sus tiernos cinco años a juntas de escritores, donde iban a sobarse las espaldas y darse falsos elogios. Ese que la llevaba a lanzamientos de libros donde tenía que escuchar por horas a personas que no le interesaban pues sólo iba por el cóctel de después. Ese que le llevó a escribir y publicar en el mismo sitio cuando sus primeros versos de adolescente con el corazón roto salieron a la luz. No quería ese deseo de ser recordade, de pasar a a la “posterioridad” en unas cuantas hojas a costa de quizás cuantas muertes de árboles para saciar egos. No quería morir pensando que alguien iba a leer sus escritos y le recordaría, porque por sobre todo, lo que sí quería era seguir escribiendo para sí.


Así que respiró hondo, cerró el libro y lo devolvió a donde estaba, caminó de regreso a un pasillo donde tomó un libro de medicina china que le interesó y lo compró con lo último que le quedaba de efectivo. Salió de la feria y emprendió rumbo a casa, sacó un cigarrillo y entre cada calada se repetía mentalmente “No quiero terminar en una caja de libros de a luca".


Sin embargo estaba aquí, escribiendo esto.

Texto agregado el 14-02-2020, y leído por 87 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
05-04-2020 Tu prosa y tus versos son sinceros, escribir para uno y desde uno es loable, así eres tu propia musa y eso es glorioso, tienes un estilo envidiable. Se me borraron estas líneas en el comentario primero. Tu texto me ha inspirado. FaTaMoRgAnA
05-04-2020 Todo un racconto, todo el desprecio y la muerte cuando se terminan los sueños en una caja de libros de a luca. Estrellas vienen volando. FaTaMoRgAnA
 
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