Poema
Viejo, pero no tanto
Me miro al espejo y no me veo viejo,
camino lento, pero no me siento torpe,
sólo que por instantes un poco cansado.
En algún momento puede que me sienta olvidado
cuando en días nublados pienso en cariños idos,
y muchas noches añoro el roce tibio de una suave piel.
Padezco alergia al sol, al polen y a las plumas,
me molesta el ruido de la calle y el silencio del insomnio.
Soy un caminante sediento buscando un cántaro con agua fresca
y me siento campo estéril si a mí garganta no la riega el vino,
también un animal hambriento cuando no como carne asada,
y enfermo de nostalgia cuando no hay arroz con leche,
una buena porción de flan o una copa con helado de bocado.
En los días grises vago como oso solitario en la estepa nevada,
y soy un pobre poeta marginado cuando me abandonan las musas.
Pero…
Pero me siento abundante cuando aparecen letras para escribir
y alegre cuando alguien de lejos me recuerda y me hace un guiño.
Me entusiasmo con un brindis de buen vino y ojos vivaces.
Como hasta hartarme cuando me invitan y la ocasión lo amerita,
y soy como lobo inquieto con luna llena, cuando huelo aroma de mujer.
Me pongo romántico si me sonríen y poeta atrevido si me dan un beso.
Me excito como gallo de pelea si una mujer me acaricia con su mirada.
Corro y brinco como toro de lidia en ruedo, si tomo sildenafil.
Pero igual… pero igual me cuido, me cuido y no exagero,
para que dure el tiempo propicio, antes de llegar a viejo...
o mejor dicho: antes de ser más viejo de lo que soy
Incluido en libro: El Cierzo indómito
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