Este texto lo escribí a mediados de noviembre del año pasado. Debo aclarar que actualmente los libros y la telenovela mencionada, han concluido.
Todos los días por las tardes suelo pasar un par de horas en compañía de mi madre, nos separa únicamente un pasillo que divide sus habitaciones de las mías; converso un poco con ella y vemos un rato la televisión. A ella le encanta ver telenovelas, pues por su edad avanzada es un divertimento que la hace sentirse relajada y en paz. Como ya no escucha muy bien, usa un aparato auditivo que le permite entender y participar en lo que se habla a su alrededor. Hace más de una década perdió su ojo izquierdo y sin embargo también le encanta leer la biblia, claro, una que tiene la letra grande. Cumplió ya ochenta y ocho años, tiene diabetes, hipertensión, le duelen las piernas y se le duermen las manos; me duele verla así, más, porque a diario se le inyecta una cierta cantidad de insulina para mantener en control su diabetes. Intento ayudarla en lo que puedo.
La telenovela que veo junto con ella, es en estos días, Alas rotas, una serie turca que fue transmitida hace ya uno o dos años en Colombia y que ahora está al aire en la tv mexicana. La serie va apenas por el capítulo setenta más o menos, pero me entero que la telenovela completa consta de ciento cuarenta y seis capítulos, es decir que aún no va ni por la mitad; así que me he metido a la red y encuentro que allí están casi todos los capítulos restantes. Bueno, por mi parte me he adelantado viendo varios de ellos, posteriores a los que se están transmitiendo. Ello, se me ha convertido ahora en una pasión, porque quiero saber más de lo que le acontece a Nefisé (una mujer madura muy guapa) y sus cuatro hijos, incluida la bellísima hija mayor Zeinep, acosada por el vengativo Ackmet (¿así se escribirá?). Y ahí estoy, invirtiendo varias horas en el internet para apresurar el desarrollo de la historia. Entonces, he dejado de momento una tanto la lectura, por lo tanto se me han acumulado tres o cuatro libros inconclusos.
No recuerdo si ya comenté antes lo de “La conjura de los necios”, de John Kennedy Toole, la tengo atorada desde hace algún tiempo, porque no acabo de identificarme con Ignatius Reilly, el inestable protagonista de la historia; luego está “Los maestros del horror de Arkham House”, un libro de relatos interesantísimo, que no he logrado concluir debido a su extensión de casi setecientas páginas. También está empantado Así hablaba Zaratustra, llevo muchos años intentando leerlo, pero a las treinta o cuarenta páginas, lo único que deseo es dejarlo. Finalmente, El retrato del artista adolescente, de Joyce, me mantiene bastante entretenido, pero se me ha atravesado la telenovela y se ha quedado en stand by. No tengo mucho más que decir, sino que me intriga el destino que les aguarda a ese par de mujeres hermosas, que no merecen tantas tragedias que les suceden.
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