En casa todo parecía normal, hasta que el empezó a sospechar que su mujer lo engañaba.
Tomas era policía y bombero y portaba tres armas reglamentarias. Era alto, musculoso, pletórico de vida. Eso sí, no demostraba un sentimiento, poseía una vasta cultura general y hablada de corrido cuatro idiomas.
No conseguía demostrar un sentimiento. Su rictus era siempre. “Soy feliz”
Cuando puso la cámara oculta en su casa, no atino a pensar, que quizás descubriría algo que no querría saber.
Allí estaba ella, la rubia de su esposa, en el sillón, recostada besando a alguien.
¿Quién sería?
"Pues lo averiguare, pensó”.
Así descubrió al amante de su mujer. Lo hizo seguir, y luego se tatuó en el pecho, la insignia en latín, donde decía” el honor nunca muere”.
Cuando Alida vio ese tatuaje en el pecho de Tomas, supo que el sabia.
Estaba con el torso desnudo a propósito, para ser descubierto.
Ella empezó a beber a escondidas, copa tras copa. Los días eran interminables...
No sabía exactamente qué hacer.
Hasta que supo que estaba embarazada de su amante, pues con Tomas las relaciones eran nulas.
Preparo una valija pequeña y se alejo de su casa.
Cuando Tomas llegó a su habitación, y abrió el placard, se dio vuelta y se dirigió a su escondite, tomo su arma reglamentaria.
El ruido se escucho desde las cercanías.
Nadie sospecho del buen policía.
Lo encontraron varios días después.
El chisme corre por el barrio hasta el día de hoy.
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