Yo con miedo y los pasajeros Calmos.
¿De qué estoy sanando?
¿Soy tan influenciable que hasta agarro otra lapicera que está a mano y me sirve igualmente para escribir? Sin duda no es la lapicera la que hace al escritor, sino su corazón, que al fin y al cabo es como una lapicera metafórica.
Tengo varios miedos, a saber:
Que todo lo de la música sea en vano porque al final no me gustará estudiarla y tenga que començar de novo.
Que el tema vocación sea una excusa para no enfrentar otros miedos.
Que la melancolía, los pensamientos, la reflexión, las críticas negativas a personas que quiero, todo eso me termine consumiendo.
Ana es una heroína, que no le tiene miedo a nadie, y menos si tiene dinero y poder.
Los miedos a saber dan ansias de continuar, y combinando estilos desarrollo el arte escrito:
O amparte si se lo quiere así entender. Simplemente expreso, y busco inconsciente y lejanamente, alguna recepción. Algún día…
Ahora bien, tengo unas ciertas ganas de concluir lo que estaba escribiendo antes, porque creo que mi estilo se basa en eso, en decir algo y luego contradecirlo, en tirar el avión hacia abajo y justo antes de que toque el suelo, levantarlo súbitamente, generando un alivio a mis pasajeros. Entonces… la mejor manera de salir de la estructura, es simplemente fluir en la escritura, porque no hay nada que me obligue o desobligue a decir eso que está o quiere estar. No hay nada que me impulse necesariamente a levantar la palanca del avión. Es como si quisiera salir de la estructura de esa contradicción y dejar que aquel simplemente se hunda en el suelo, y en cámara lenta sus partes metálicas se vayan deformando como plastilina en manos artísticas, y en poderosos estruendos inaudibles aquellos pasajeros calmos sientan como de a poco se destruye todo, mientras se despiden unos de otros. Y así el naranja, el rojo y el amarillo cegador, no se hacen esperar y brotan de aquel andamiaje metálico que ahora se arrastra por la tierra. Sus partes son lamidas pacientemente por estos colores, que de vez en cuando saltan eufóricamente.
Los pasajeros, en lugar desconocido, sabiéndose sobrevivientes, calmos, salen del monstruo en llamas y se ven sorprendidos ante el nuevo paisaje. Tardan un tiempo en acostumbrarse a él, y les es difícil pues no pueden desoír los crujidos de lo que antes era un avión, no pueden desatender que hay personas que siguen allí dentro, y por ello, calmos, se alejan, se internan en aquello que empiezan a descifrar como verdoso, tupido, húmedo, silencioso, nublado. *sonidos de crujidos*
*gemidos de gentes* *pasos de quienes se internan en el bosque*
Gotas de agua comienzan a caer desde el cielo, pero son insuficientes para calmar el fuego, o detener/conmover a los que ahora se alejan, y allí calmos, ante la última explosión que termina con quebrar el silencio natural, mientras calmos, siguen en dirección a la cortina de árboles, y el silencio, como siempre, se repone
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