Artur Estay, decidió que la conversación y el intercambio de ideas constituían un absurdo, por lo que optó por no articular palabra alguna y todas sus expresiones, si es que eran absolutamente necesarias las vertía por escrito, empleando lamentablemente formulaciones moralistas.
Así, un día cuando decidió irse de su casa, le escribió a su mujer en términos similares a éste: "Cuando no existía la agricultura, los hombres estaban obligados a deambular; no conocían esposa o residencia y eran felices.
Porque las cuatro paredes agobian y debilitan el espíritu, el cual tiende siempre a buscar las salidas más difíciles. De esta manera, uno, en vez de salir huyendo arrancándose los cabellos, intenta escapes metafísicos".