Ya estás en mis manos, libro de sabio contenido, hoja a hoja saboreando y paladeando tu savia vernacular páginas enhebradas con el recurso sutil del artesano. Degusto a cada tramo tu contenido esperando el clímax que se encuentra al final de tu arquitectura, como todo buen libro promete.
Voy devorándote poco a poco, llenándoseme la cabeza de imágenes encantadas ocultas al sol perpendicular que trata de inquirir sus misterios, voces vegetales que invocan al vino y la esperanza, duendecillos alados que pernoctan en las mamparas del crepúsculo.
Y alentado por esas imágenes, bebo un sorbo de la copa cristalina con que te acompaño, buen amigo y el placer de mis ojos embebidos en la lectura mágica que me brindas se une al sabor cantarino que fluye de la copa.
Ya no queda nada, un puñado de hojas, la trama late con vida propia y mientras más me adentro en tus secretos, el epílogo se va tiñendo de multifacéticos enigmas.
He llegado al final, al fondo de todo, tras los pétalos cárneos llego a tu corazón que es el clímax sabroso que se escurre directo a las profundidades del alma. Cynara scolymus, ejemplar que nos brinda la naturaleza para que hoja a hoja, vayamos saboreando tu contexto vegetal. Eres un delicioso libro, frondosa alcachofa.