He dejado de leer las vacuas líneas de frente,
sin sustancia, sin dobles sentidos, etéreas,
para volver a mi vieja lectura en entrelíneas,
al decir sin decirlo, el significativo nada decir,
la relevante retaguardia del otro significado
aquel que me devuelve siempre a mi mismo.
He ganado horas extras para mi cada día,
tiempo desperdiciado con tan poca ganancia,
por el fútil abrazo de una Ariadna viciante
que te atrapa y te enreda sin remedio,
te reinicia cada vez junto con ella misma,
en un eterno bucle infinito e insustancial.
No quiero preguntar nada al espejo,
quiero ser yo mismo, sin forzados edulcorantes,
ver el reflejo solo de mi exacto reflejo,
verme en todos para verme a mí,
mi yo, mis propias circunstancias
mi íntima exégesis en declarada satisfacción.
Voy a volver al frente, libro en mano,
en busca de todo el tiempo perdido,
golpe a golpe, hoja a hoja,
febril por abrir una nueva página,
del pasado que no quiere pasar,
mi diálogo con el papel; mi libro. |