Nada es lo que parece
Joaquín saca sus desechos todos los días. En el reciclado diario es muy cauteloso, con las cascaras de bananas, de limones, y la yerba.
Todo en su departamento es pulcro, ordenado y limpio.
Como el.
Cuando encuentra un pordiosero durmiendo en la calle, piensa” él lo quiere así, no le doy nada, porque él se la busco”.
Los colchones mugrientos descansan con sus seres, en el barrio de Balvanera, plagado de gentes, que van y vienen a cualquier hora.
El calor es duro, inmenso, hediondo, a ciertas horas.
Joaquín llega a su casa, después de trabajar, y coronando siempre el éxito, como él lo admite en sus proclamas diarias, porque todos somos artífices de nuestro propio destino, y se descalza.
Le pasa un poco de limpiador liquido al piso.
Se pone algo cómodo.
Enciende su tv con cable, y mira su programa favorito
Allí se acuerda que hay algo en el frezeer que tiene que arreglar.
Lo abre y acomoda la cabeza que hay adentro, la empuja, siente que ya no huele más a nada, más que a frío.
Se sienta cómodo y sigue viendo su programa favorito.
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