Chocó con varios obstáculos antes de estallar para posarse con suavidad sobre la superficie del rio.
La explosión que desparramó colores y luces nunca vistos pudo verse desde muy lejos,como el amanecer del fin del mundo.
El calor se hacia solido en el aire irrespirable.Sin la menor brisa.
Con el sol agotando cualquier sombra en una reverberacion alucinatoria.
En el olor denso de la tierra ardiente.Seca y resquebrajada.Polvorienta.
Como un cuerpo sofocado,imposibilitado de sudar,agonizando.
La casilla de madera vulnerable a toda inclemencia,parecia temblar en la tarde de fuego.
El Chino,borracho de siempre,sabía que podía aliviar el calor con vino.
Barato y helado.
O el frío.La tristeza.O festejar la alegría...
La ebriedad del alma que borraba el dolor y la memoria del cuerpo.
Se sentía cansado para caminar las cinco cuadras y media hasta el almacen de la ruta.No le quedaba una gota de liquido.
Debería hacer el esfuerzo.
Salió a la puerta dessvencijada de su tapera resignado a marchar cuando vió venir al niño.
Jon era su amigo.
No se burlaba de el.Lo salubaba con amabilidad y se detenía unos segundos a intercambiar alguna palabra.Le hacía algun mandado.
Lo retribuía con monedas,golosinas compradas expresamente y una sonrisa desdentada.
Como siempre el alegre chico estuvo dispuesto a comprarle el vino.
Salió corriendo,luego iría a la casa de su mejor amigo,que vivía con su padre en el barrio,mas acomodado,que se extendía pasando la ruta.
El ancargo se cumplió y el Chino volvió a su sueño perpetuo de alcohol,mas allá del polvo reseco del estío.De cualquier inquietud terrenal.
Faltaban apenas un par de horas para amanecer cuando los perros encontaron el cuerpo.
Desnudo y golpeado.Con el parietal derecho aplastado.
Con sangre seca,tejidos y excrementos aún saliendo de su ano masacrado.
Mientras la policía trabajaba en el lugar,avisaba al fiscal y se disponía a trasladar el cuerpo a la morgue,un grupo de vecino se iba reuniendo cada vez en mayor cantidad liderado por el Doctor Pablo,abogado y padre del amiguito de Jon.
La información comenzó a abundar,con las distintas versiones de los que sabían o creían saber algo,visto algún detalle revelador.
Se supo que compró dos cartones de vino frío en el almacén de la ruta.
Comentaron que serían para el borracho conocido como el Chino,quien siempre tenía caramelos para los niños.
...un degenerado,se oyó decir...
El subcomisario trató de calmar al populacho,que se iba enfureciendo,
Todavía no sabemos nada...estamos en las primeras diligencias,fueron sus palabras que solo logaron enardecer aún mas a los indignados.
Pablo,llorando y diciendo...podría haber sido mi hijo...mi hijito...
y a pesar de ser abogado de profesión,en este caso justificaba una acción justiciera.
Sin ninguna prueba mas que los dichos,sin la presencia aún del fiscal ni la autopsia realizada se dirigieron al rancho del Chino.
Ocho o nueve personas portaban palos de escoba.Con eso perforaron los intestinos y la pared abdominal saliendo por la barriga.
Las palas sirvieron para dejar la cabeza como una hamburguesa aplastada.
Muchos se desquitaron apuñalando el ya cadáver.El bidon de gasolina que apareció sirvió para encender la casilla que ardió en minutos con un humo negro y pestilente.
Se dispersaron,sería el secreto de todos sepultado bajo un oscuro silencio.
Pablo se apuró a llegar a su casa,casi había olvidado los utiles escolares de Jon que habían quedado en la casa,era afortunado que su hijo no los hubiera visto y gracias a su habilidad las cosas se resolvieron bien.
Limpiaría el sotano y quemaría las bolsas.Estaba limpio.
Como siempre.
Reconoció que no debería haberlo hecho en su propio barrio,pero ese niño le gustaba de una manera muy especial.No volvería a correr ese riesgo.
|