El Titi me cae bien, es mi amigo. No se si A M I G O con todas las letras, pero no creo que la amistad sea una cuestión de letras.
El Titi es músico y en sus ratos libres trabaja en el ministerio de economía de la Nación para poder comer. Toca la batería, es baterista. Mi frase favorita suya fue “Yo ni bien pueda vivir de la música renuncio y que se metan el ministerio por la nariz”
El Titi es abrazador, es la empatía en persona. Habla de sus semejantes como nadie lo hace, con admiración. “.. El otro día estaba hablando con Aureleano, que es un excelente baterista, un hermoso músico. Un tipo que te hace viajar a través de su toque…” te dice… Cuanto debería aprender del Titi más de un ególatra consagrado. Su humildad lo hace grande.
El Titi es único, no se las cree, y más de uno por un mínimo de Titi le hubiese vendido el alma al diablo. El Titi camina entre los mortales, todos los días , pero el mundo sigue girando.
Su cara se confunde con los platos, gesticula acorde a los golpes que va dando. Es sincero, lo deja todo en cada Tom, en cada redoble de tambor. Enseña a tocar y aprende a tocar. Es profesor y es alumno a la vez, y a su vez, es alumno de sus alumnos y profesor de su profesor.
Hasta cuando se enoja es dulce, tiene eso. Tiene todo, menos maldad.
El Titi toca el tambor, toca el bombo y el alma.
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